“Una advertencia: decidle al mundo entero, vigilad el cielo, no os descuidéis, vigilad, seguid vigilando el cielo”
Scotty, “El enigma… de otro mundo” 1951.
“Nadie confía en nadie y todos estamos agotados. No puedo hacer nada más, sólo esperar. Mc Ready. Piloto. Puesto fronterizo número 31”.
Mc Ready, “La cosa” 1982
Con estos dos diálogos quiero poner de relieve lo distintas que son entre sí estas dos adaptaciones de la novela “Who goes there?”, que podríamos traducir como ¿quién va?, escrita por el padre de la ciencia ficción moderna John W. Campbell Jr. La primera fue realizada por Christian Nyby y producida por Howard Hawks para la RKO Pictures. La segunda, dirigida por John Carpenter y producida por el famoso tandem de los ochenta Lawrence Turman y David Foster, ¡qué grandes películas nos dio!, en compañía de Larry J. Franco, Stuart Cohen y Wilbur Stark para Universal Pictures.
LA VERSIÓN DE 1951

Contexto historico y social:
Esta película al igual que otras producciones de serie B del momento, realizadas con escasos recursos pero con guiones muy sólidos como por ejemplo, la primera versión de “La invasión de los ladrones de cuerpos” de Don Siegel o “Them!” de Gordon Douglas, pertenece a la corriente de largometrajes de género que se hicieron dentro de “la guerra fría” que mantuvieron norteamericanos y rusos hasta la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 y también dentro del pánico atómico que nació tras el bombardeo del 6 de agosto de 1945 sobre la ciudad de Hiroshima. En 1951 Estados Unidos y la Unión Soviética están dentro de la mayor contienda propagandística, la carrera espacial.

Pero no hay que olvidar la caza la brujas promovida por el senador republicano Joseph Raymond McCarthy, que creo el Comité de Actividades Antiamericanas. En febrero de 1950 lanzó una acusación pública contra 205 supuestos comunistas infiltrados en el Departamento de Estado. El macarthismo fue símbolo de la feroz persecución anticomunista que sufrió la comunidad intelectual norteamericana desde 1950 hasta alrededor de 1956, ya que en 1957 dejó su cargo. Fue una lucha ideológica contra lo que se llamó el peligro rojo, el comunismo. Y que se verá reflejada en mayor o menor medida en estas cintas de ciencia ficción.
El guión
Charles Lederer se encargó de adaptar el libro a la gran pantalla en este caso, aunque según IMDB, Hawks también participó de forma no acreditada en las labores de guión y dirección. No por ello deja de ser un producto muy curioso. Podemos ver como entre las situaciones más terroríficas como las del acecho del extraterrestre o las de sus posteriores intentos de caza, se intercalan otras con un carácter más humorístico, en el caso del periodista Scotty posee un carácter más cínico, y en el de McFerson y Eddie que se basan más en los juegos de palabras.

Además serán ellos los que dimensionen el grado de camaradería que existe entre ellos y el capitán Patrick Hendry. Pero también hay otras más románticas, en esta línea argumental es importante el personaje de Nikki, la secretaria del doctor Carringhton, que posee una historia de amor con el Patt.

La línea argumental de base enfrenta a dos comunidades la científica y la militar, encarnadas en el doctor Carrington y el capitan Patrick Hendry. El primero es famoso por haber obtenido el premio Nobel de ciencia y haber participado en los experimentos del atolón de Bikini. Pat por su parte es famoso por su camaradería, compañerismo, siempre buscando el bien común, defendiendo a todos los que están bajo su mando. Es divertido y fiel. Mientras que para el científico este encuentro es un momento fascinante y quieren realizar contacto, compartir conocimiento.

Los aspectos argumentales más relacionados con la carrera espacial los encontramos en los diálogos de la secuencia en la que el doctor Carrington les cuenta que ha caído un avión, y Patt plantea la posibilidad de que sean los rusos, si su tecnología puede estar tan avanzada. Por lo tanto no es descabellado concluir que la tesis del film es muy macartista y conservadora. Que denosta la ciencia y el mundo intelectual. Pero que posee momentos muy brillantes como cuando todos están sobre el hielo y tratan de determinar la forma y el tamaño. A muchos en su momento esta secuencia les tuvo que parecer terrorífica.
El alienígena
Se trata de un claro exponente de una raza invasora. El papel recayó en el actor James Arness, posee un aspecto visual muy antropomórfico, muy típico de las producciones de esta época, y cercano a la figura de Frankenstein interpretado por Boris Karloff en algunos aspectos visuales, como su comportamiento y forma de andar. Aunque existen diferencias, porque nos cuentan que sus células son como las de una planta o árbol. Por eso dispararle balas carece del menor sentido, por eso tratan de exterminarlo por otras vías. Pero lo más curioso es lo emparentado que está con otro hito del terror del momento, hablo de “Drácula” de Tod Browning, ya que se alimenta de sangre. Eso le daba un carácter feroz.

El aspecto más espeluznante del film es cuando el doctor planta las esporas obtenidas de la mano del alienígena y surgen plantas que son alimentadas con plasma fresco. Y es aquí donde conecta esta cinta con el posterior clásico de 1956, “La invasión de los ladrones de cuerpos”, los alienígenas son plantas que surgen de unas vainas. Como dice el doctor Carrington al carecer de corazón, carecen de emociones y eso hace que su raza sea superior a la nuestra. Y cuando parece que la trama se pone apocalíptica, en la secuencia en la que los científicos empiezan a plantear hipótesis sobre velocidad de reproducción, podemos ver que sólo es con el fin de justificar que hay que exterminar al alienígena, quedando claro que los guionistas no buscan explorar esta vía.

Otras curiosidades
En cuanto a Christian Nyby había ejercido con anterioridad a este film como montador en otros largometrajes de Howard Hawks como “Tener o no tener” de 1944 o “El sueño eterno” de 1946. Pero su carrera acabó en el mundo catódico haciendo capítulos para series de la talla de “El fugitivo”, “Kojak” o “Las calles de San Francisco”.
LA VERSIÓN DE 1982

Introducción
En el otoño de 1982 llegó a las pantallas españolas esta gran versión sobre el clásico de Nyby, porque pese a lo que pese, como tal hay que tratarlo. El lanzamiento de la versión de John Carpenter se vio un tanto eclipsado, tal y como le pasó a “Blade Runner”, por una visión más amable de los alienígenas procedentes del espacio exterior, hablo de “E.T.: El extraterrestre” de Steven Spielberg, película de ciencia ficción de tintes más infantiles y familiares, se convirtió automáticamente en el fenómeno cinematográfico del año batiendo todos los récords mundiales de recaudación, y consagró a su director. El largometraje fue denostado e incomprendido en su momento, tanto por crítica y público, pero con el tiempo ha convertido en todo un fenómeno de culto, y que ahora vamos a analizar.
Antecedentes:
El proyecto inicialmente estuvo en manos de Tobe Hooper y Kim Henkel, pero quedó en un cajón de la Universal hasta que tras el inesperado éxito de “Alien”, decidieran los directivos desempolvar el proyecto, y Carpenter fue el director finalmente escogido tras cosechar un enorme éxito con “Halloween”, cuando le pidieron los directivos de la productora que si se hacía cargo de hacer una nueva versión, este se hallaba inmerso en la postproducción de “La niebla”.
El contexto histórico y social
Este largometraje está claramente marcado por una enfermedad, el SIDA, que se reconoció oficialmente el 5 de junio de 1981, cuando el Center for Disease Control and Prevention (Centro para la prevención y control de enfermedades) de Atlanta (Estados Unidos) convocó una conferencia de prensa donde describió cinco casos de neumonía por Pneumocystis carinii en la ciudad de Los Ángeles. En cuestión de meses gran parte de la comunidad cinematográfica de la costa oeste de Estados Unidos quedó arrasada por este virus, y tenía alarmada a toda la población, más a los grupos de riesgo, que por aquel entonces eran homosexuales, adictos a drogas por vía parenteral y hemofílicos. Además, la URSS lanza la estación espacial MIR al espacio.

Los aciertos de un gran guión
El productor y actor Bill Lancaster, hijo del genial Burt Lancaster y que le perdimos a la temprana edad de 50 años de un infarto de miocardio, firma un guión que según algunos autores es más fiel al relato original y nos llevará hasta los lejanos parajes de la Antártida, a diferencia de su predecesora que está situada en Ancorage, Alaska. Con una espectacular escena de persecución en la que un helicóptero quiere dar caza a un perro. De este modo nos adentra en un paraje inóspito y en una trama de aires gélidos y apocalípticos, en la que el espectador desde el primer minuto sabe que no podrá hacer nada, y nadie les puede ayudar.

Este libreto hay que leerlo en claves sociales y no políticas. Se aleja de las claves típicas que son sello de identidad del realizador Howard Hawks, tales como, la camaradería, los elementos desdramatizadotes como los personajes graciosos, los flirteos entre adultos; abandonando por completo también a los militares salvadores y las tesis macartistas conservadoras de la versión original. El gran acierto del guionista es centrar todo el relato en una historia de terror de tintes apocalípticos, donde los conflictos sociales y sanitarios sean todo nuestro foco de atención.

Esta expedición científica integrada por doce miembros no deja de ser una representación de la sociedad norteamericana del momento. Y es aquí donde este film entronca con un hito predecesor, hablo de “ALIEN, el octavo pasajero”. Así por ejemplo Nauls y Childs, son los dos únicos miembros de raza negra en la expedición científica, y poseen las profesiones que nadie quiere: cocinero y mecánico. Además, les aplica todos los estereotipos posibles, van sobre patines, poseen un lenguaje soez, escuchan música disco.

T.K. Carter es Nauls

Keith David es Childs
El resto de los miembros que integran este equipo son blancos y tenemos a dos pilotos (Mc Ready y Palmer), radio operador (Windows), un médico (Cooper), biólogo (Blair), asistente del biólogo (Fuchs), el perrero (Clark), geólogo (Norris), meteorólogo (Bennings) y Garry que está al mando de toda la estación. No existe cohesión entre ellos, así las disputas raciales se dejan ver a lo largo de todo el metraje, por ejemplo en la secuencia en la que Garry cede el mando de la estación y Childs trata de hacerse con él, pero el resto de los miembros prefieren a Mc Ready, es más el llega a decir que hay que tener un carácter más templado para ser líder.

Kurt Russell es Mc Ready

Wilford Brimley es Blair

David Clennon es Palmer

Charles Hallahan es Norris

Richard Masur es Clark

Richard Dysart es Cooper

Thomas G. Waites es Windows

Peter Maloney es Bennings

Joel Polis es Fuchs

Donald Moffat es Garry
El segundo acierto es explorar lo que nos incomunica como individuos sociales, me refiero al lenguaje, al idioma. Eso nos puede aislar, y en el film hasta matar. Eso lo apreciamos muy bien en la secuencia del piloto noruego que quiere matar al perro al inicio del film. Posee unas líneas de diálogo muy bien declamadas, porque le da un aire absolutamente apocalíptico y desquiciado, a pesar de que no le comprendes ni una sola palabra, sabes como espectador qué dice y qué pasa por su mente. Llegados a este punto, es de ley decir que este personaje está interpretado por Larry Franco, uno de los productores de la cinta y primer ayudante de dirección. Aquí además se sirve de los estereotipos, ya que el perro es el mejor amigo del hombre, y como un animal tan bello va a ser un ser tan vil que merezca morir a sangre fría y a balazos.

Larry J. Franco haciendo de científico noruego desquiciado
Lancaster acertadamente bucea en los aspectos más psicológicos del drama, que todo sea dicho están muy bien trabajados, y de forma paralela al desarrollo de la acción busca o indaga en aquellos elementos que nos hacen ser más humanos, por ejemplo, las adicciones (marihuana, alcohol), la vehemencia en el carácter o las pulsiones, el espectador a medida que avanza el metraje verá como estas cualidades irán despareciendo de los personajes, y así podremos ir detectando quién es humano todavía y quién ha sido asimilado.


Hay que fijarse en detalles como los canutos, las botellas de vodka o whiskey, la secuencia de la partida de ajedrez, etc. Además, explora la idea del individualismo, que se supone que nos hace más humanos y marca la diferencia entre unos y otros, frente al colectivo y la masa, tesis apoyada en “La invasión de los ultracuerpos”. Pero en “La cosa” les lleva a la perdición, porque es ahí donde arraiga el valor de la desconfianza, y eso les llevará a la destrucción. Desconfianza que nos rodea en nuestro día a día. ¿En quién confiáis? Por eso es tan vigente la trama del film.

Dentro de las emociones bucea en el miedo, así veremos que transforma a algunos de los miembros del equipo en seres más mezquinos, mientras que otros optan ante esta emoción por el suicidio como salida. Donde la timidez o el no ser tan extrovertido como el resto de miembros de la expedición te lleva a la muerte como le pasa a Clark y convierte a una buena persona, Mc Ready en asesino, porque piensa que está matando al extraterrestre sólo porque no muestra sus sentimientos en momentos de gran tensión.

Y termina de tensar esta línea del guión cuando juega con la necesidad del individuo por socializarse, tras el encierro de Cooper en el cuarto de las herramientas, y todas sus secuencias a partir de ahí juegan con el suicidio (la soga que vemos colgada dentro del encuadre) y con la idea de que él alberga en su interior el extraterrestre y necesita socializarse para seguir asimilando individuos, es así como llegamos al tercer gran logro, y lo que la hace verdaderamente terrorífica, la idea del contagio.

La forma de vida alienígena sobrevive no parasitando otras, sino que las asimila. Es aquí donde el guionista trabaja sobre la idea del contagio sanguíneo, para llevarlo al paroxismo en la magnifica y muy recordada secuencia en la que todos los miembros de la estación se someten a la particular prueba sanguínea. Ahí es donde explora los temores a dar positivo, y desvelar que tu eres uno de ellos, un alienígena.



Así se aleja por completo de utilizar el camino ya andado por Scott en Alien, sobre la idea del intruso, y centrar aquí todo el núcleo fuerte de la trama. Y generando un final antológico, de los más apocalípticos que se habían visto hasta el momento, el último que recuerdo cronológicamente de la misma talla es “La invasión de los ultracuerpos” de Phillip Kauffman de 1978. Este final está protagonizado por Mc Ready y Childs, uno frente al otro, pasándose la botella de J&B, teniendo como telón de fondo la estación completamente destruida mirándose, y preguntándose que hacen ahora, y Mc Ready le contesta tan sólo podemos esperar, y cierne la duda sobre el personaje de Childs ¿estará contagiado?


Lancaster acierta una vez más al transformar el relato en un thriller al uso, en una novela de misterio como por ejemplo “Los diez negritos” de Agatha Christie, así Mc Ready no deja de ser una suerte de Hércules Poirot, que juega a averiguar ¿quién es quién? y va tras la pista del alienígena que se esconde, que por supuesto le va tendiendo toda suerte de trampas, y ha de ir solventándolas con mucha imaginación, y a veces usando la fuerza, como por ejemplo la escena de la dinamita. Y me recordó mucho a ese relato de la famosa escritora británica en la medida que los personajes van muriendo de uno en uno. Hasta que sólo quedan dos, curiosamente el investigador y el asesino.

El fuego es, una vez más, un elemento importante al igual que en “El enigma … de otro mundo”, será el método elegido para destruir al alienígena, no porque sea una planta como en el original, sino porque no deja rastros y es un elemento purificador.

Objetivo: aterrorizar al espectador
Para ello el astuto Carpenter juega por un lado con el fuera de campo, lo que no te muestra, ahí vuelve a entroncar con “Alien” ya que nuca vemos por completo al extraterrestre, y sobre todo porque no tiene una forma definida. Es aquí donde hay que destacar la labor de Rob Bottin, que crea una criatura extraña, informe pero a la vez reconocible, y se agradece que se aleje de las figuras antropomórficas tan típicas de este género, y que se aleje por completo de la imaginería del film de Nyby. Otro ejemplo lo encontramos en la escena de Bennings en el almacen.

Otra de los grandes aciertos es el sonido, poniendo planos con muy pocos elementos, pero que con el sonido incrementa la tensión y exacerba la imaginación del espectador. El gran ejemplo es la secuencia de la perrera, es más lo que se oye que lo que se ve. Pero el resultado obtenido es tensión máxima.

El tercer mecanismo, que la hace heredera del momento en el que surgió, son las pinceladas gore con las que Carpenter salpica el metraje. Están bien usadas, porque realza la trama y están plenamente justificadas, como por ejemplo en la secuencia de la autopsia realizada por el doctor Cooper.

Y la última herramienta usada es, y obviamente la más explotada por Alfred Hitchcock, esconder algo, quién, al verdadero motor de la trama a la bestia llegada del espacio en seres reconocibles y amistosos, empezando por el perro y pasando luego por los miembros más venerables y cándidos de la expedición, el científico mayor y el veterinario.
La puesta en escena:
La apuesta del director es fuerte, alejándose de ambientes familiares y cálidos. Así que se traslada a las antípodas y realiza una puesta en escena sobria, minimalista y gélida. Pero también se pueden apreciar pinceladas expresionistas, como en la secuencia en la que el perro va eligiendo cuarto y encuentra el de Palmer abierto y vemos como se aproxima a él jugando con las sombras.

Y es en la planificación y en la explotación de los recursos, como por ejemplo la escena en la que Bennings es incinerado en el exterior de la base, en la que dispone a los actores en círculo en torno a la figura en llamas, creando una magnífica metáfora en la que podemos entender que el aliengena ha roto el círculo de confianza y está entre ellos, es uno más, en donde apreciamos el oficio de este gran director.

Un trabajo artesanal
Este film está realizado en una época donde no se hacían las películas por ordenador. Donde los creadores jugaban con la imaginación del espectador, haciendo sus productos más interesantes. Así, nuestro particular alienígena está realizado con animatronics y es más real, que si lo hubieran hecho por ordenador, nos tratan de vender que es mejor, lo cierto es que sale más barato, pero no es mejor, y encima gana en verosimilitud. El gran merito en este campo se lo debe llevar Rob Bottin, pero Stan Winston también merece ser mencionado por su gran labor desarrollada en la escena de la perrera realizada a petición de Bottin.

Estando estos a la altura del que sin duda podemos decir que es el gran mago, hablo del rey de las pinturas mate, no es otro que el gran Albert Whitlock, que recibió el Oscar en 1974 por las 70 pinturas realizadas para el film de catástrofes “Terremoto”. Este artesano puede jactarse de haber trabajado con los grandes desde David Lynch al mago del suspense, Alfred Hitchcock. Pero siempre nos quedará su enorme talento, en dos escenas del film podemos ver las claves de su enorme trabajo, de su maestría en una técnica que parece desaparecer con la llegada de la era del ordenador, y la aportación a la industria del trucaje; no son otros que manejar de forma correcta la paleta de colores, determinar que tono se desea, la luz que es necesaria, y sobre todo saber colocar de forma correcta a los objetos y los personajes en el lugar preciso. Esto que puede parece una afirmación simple, es más compleja de lo que parece, porque requiere ir más allá del trabajo en dos dimensiones, que es en lo que consiste un dibujo, para tener claramente definido en la mente el resultado en tres dimensiones, y verlo proyectado en una pantalla otra vez en dos dimensiones pero con perspectiva. Y no cabe la menor duda de que también requiere una gran coordinación con el director de fotografía, en este caso se trataba de Dean Cundey, porque los de cómo rodara a los elementos sobre la pantalla azul determinaría el resultado total sobre el mate. Para que os quede claro ásí funciona este tipo de trucaje.






La banda sonora:
Firmada por Ennio Morricone es un tanto bipolar, ya que oscila entre los acordes minimalistas generados con el sintetizador, con clara influencia del Carpenter más cercano a “Halloween”, y los acordes más clásicos generados con instrumentos de cuerda como el violín, acompañados de grandes orquestaciones, como los que se pueden escuchar en el momento en el que descubren la nave.
Paralelismos y homenajes:
Es innegable que existen ciertos paralelismos en la planificación de algunas escenas o planos, en este caso se trata de un gran homenaje porque las tramas son paralelas y sólo poseen un nexo común que es la figura del invasor, que va desde los rótulos de crédito iniciales


pasando por el inicio del film…





o la mostrarnos el lecho donde yace el extraterrestre…


o el intento fallido de exterminar al alienígena


Incluso en la escena que podemos ver en el monitor de vídeo cómo el equipo de noruegos da forma a la nave enterrada en el hielo, que nos traslada a cómo resuelve Nyby el problema de dimensionar el tamaño y la forma de la nave. Así queda claro que no es un avión, y obviamente no realiza ningún ejercicio de metáfora con la figura obtenida.


Pero Carpenter homenajea a otros clásicos del género, como por ejemplo “La invasión de los ultracuerpos” de Kauffman cuando Bennings es asimilado por el extraterrestre, y cuando es destruido en el hielo, ahí hasta el técnico de sonido homenajea ese película al ponerle un grito muy parecido a que daban los ultracuerpos al reconocer a un humano.


En tercer lugar a “Alien” con el tratamiento que le da a los personajes de Palmer y Nauls, que son como Parker y Brett.

