Archivo mensual: enero 2010

THE HURT LOCKER-EN TIERRA HOSTIL

Como podéis ver esta semana el estreno destacado no es el regreso de Clint Eastwood si no de una realizadora norteamericana que no se prodiga mucho, pero cuando trae algo bajo el brazo es un pelotazo, hablo de Kathryn Bigelow y su “The hurt locker” de difícil traducción y que en nuestro país se llamará  “EN TIERRA HOSTÍL”. Estamos ante una curiosa y muy recomendable película basada en una narración escrita en primera persona por el periodista y guionista Mark Boal, que vivió como enviado especial durante una temporada con una unidad especial de desactivación de bombas.

Si vais a verla os adentraréis en la intensa vida de una brigada de soldados de élite encargados de realizar uno de los trabajos más peligrosos que existen: la desactivación de bombas en zonas de combate. Concretamente la acción se centra en Irak. La llegada del sargento James  pone patas arriba al equipo de desactivación de bombas que tiene a sus órdenes. Los dos oficiales subordinados, Sanborn y Eldridge, deben aprender a seguir su imprudentemente manera de trabajar, encontrándose en medio de un juego mortal que se desarrolla en plena ciudad. James se muestra indiferente ante la muerte y los demás luchan por controlar a su irreflexivo superior mientras la ciudad explota sumida en el caos. La misión que saca a la luz la verdadera personalidad de James cambiará para siempre a todos sus hombres.

Es fascinante este filme bélico por varios motivos. Hay que destacar la forma de narrar de Bigelow que a mis lectores más cinéfilos les recordará a la violencia más explícita de Sam Peckinpah , sólo que sin la cámara lenta y salpicada de efectos de sonidos que os dejarán a todos muertos, haciendo un fresco lo más realista posible. No voy a pasar por alto las magníficas interpretaciones de todo el elenco, desde el verdadero trío protagonista Jeremy Renner, al que todos recordaréis por haber interpretado al soldado Doyle en el filme “28 semanas después”, Anthony Mackie y Brian Geraghty. Estos tres actores desconocidos para la gran mayoría están arropados por unos secundarios de lujo como Guy Pearce, Ralph Fiennes, David Morse o Evangeline Lilly. Pues todos están maravillosos. Algunos deberéis estar atentos porque no les reconoceréis, por las indumentarias o los cortes de pelo. Y para los más cinéfilos de la casa os recomiendo que os fijéis en la labor de los montadores Chris Innis y Bob Murawski porque le dan el ritmo y suspense a partes iguales, sabe de dotarle del tono adecuado en cada momento.

Pero hay más amigos y lectores. Parece mentira pero es una realidad, Estados Unidos es un país que vive en un permanente estado de guerra. Ahora tiene dos frentes abiertos el iraquí que hasta agosto de este año no lo va a cerrar y el de Afganistán. Como os contaba en mis crónicas del año pasado desde el país norteamericano, uno acudía al cine y podía ver anuncios para alistarse. Algunos de los alumnos se incorporaban a filas para sufragarse para poder pagarse la universidad. A dónde quiero llegar os estaréis preguntando. Muy sencillo. Esta película no deja de reflejar a través de algunos personajes que están deseando que se acabe la rotación para volver a casa. Aunque lo más curioso es que Bigelow explora el rincón más oscuro de los que acuden al frente en busca de emociones adrenalínicas. Es muy curiosa esa vertiente narrativa.

Así que esta semana todos a ver “En tierra hostil”, es de lo mejorcito como habéis podido leer a lo largo de la semana. Es un gran largometraje bélico. Hacía tiempo que no veía nada parecido. Lo tiene todo, así que esta es para disfrutarla sala oscura. No os la perdáis.  

Anuncio publicitario

LA CUARTA FASE

Últimamente la heroína postapocalíptica Milla Jovovich parece estar más de moda que nunca, porque esta semana vuelve a nuestras pantallas con un relato basado en hechos reales escrito y dirigido por Olatunde Osunsanmi, llamado “LA CUARTA FASE”. En octubre de 2004, durante un viaje a Carolina del Norte para encargase de la posproducción de su última película: La Caverna. Allí, durante una cena escuchó una conversación que originó la chispa de lo que posteriormente terminaría siendo el comienzo de este largometraje. En este caso Milla Jovovich da vida a la terapeuta Abbey Tyler. Sus pacientes bajo hipnosis reflejaron comportamientos que sugerían encuentros con seres no-humanos. Antes de dormir, todos ellos aseguraban haber visto un búho que les observaba desde fuera de la ventana. Y despertaban completamente paralizados, escuchando ruidos terroríficos que provenían de fuera de la habitación justo antes de que un atacante desconocido les sacara gritando de la habitación. Los recuerdos posteriores se sumían en la oscuridad. La doctora descubrió que la desaparición de personas y sucesos extraños en la región se remontaban a los años 60. Cuanto más profundizó en su investigación, más creyó en que las historias de sus pacientes no eran falsos recuerdos, sino evidencias de abducciones alienígenas.

El director norteamericano trata de ir un paso más allá a la verosimilitud de todo y mezcla el material recreado con otros completamente inéditos y reales procedentes de la investigación llevada a cabo por la psiquiatra. Olatunde Osunsanmi trata de generar un relato aterrador plagado de terroríficas revelaciones realizadas por múltiples testigos que aseguran haber sido visitados por alienígenas, pero carece de ritmo. Trata de seguir la estela de otras producciones al uso como “Encuentros en la tercera fase” pero no posee la fuerza ni la energía de esas cintas, eso es porque carece de ritmo. He de reconocer que el momento mejor rodado es cuando uno de los pacientes hace ir a su casa en medio de la noche a la terapeuta, la imagen rodada mezclada con la real es ciertamente impactante. Pero otro de los múltiples problemas de Osunsanmi es la propia protagonista que al no ser una actriz de carácter eso se deja traslucir en los momentos más dramáticos del largometraje, no consigue hacer verosímil su composición de la doctora Abbey, pero  además es incapaz de dar una réplica a sus compañeros de reparto, los actores Elias Koteas o Will Patton que  están mucho mejor que ella.

Con este filme este director novel se quiere sumar a la nueva moda de películas de terror rodadas con bajo presupuesto y con altas dosis de realismo, como “Paranormal Activity”. Creo que si Erich von Däniken o J.J Benitez vieran esta película entrarían en extasis. Así que sólo me queda decir una cosa, esta película a aquellos que sean fans de Iker Casillas y su rollito de objetos voladores no identificados, o bien que andéis todavía enganchados a Expediente X o el Libro Azul. El resto huir de esta película como se puede huir de la peste.

INVICTUS

Esta semana se estrena el nuevo trabajo del prolífico director norteamericano Clint Eastwood, y por ese motivo hoy hacemos una sesión doble. Para mi ha sido un enorme placer, y él lo sabe, contar en este caso con mi estimado Eulez que regenta el blog «Las historias eulerianas« para acudir al cine Proyecciones de Madrid para cubrir el pase de prensa, porque es un gran conocedor de la figura y la filmografía de Easwood.

Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma.
Nelson Mandela-Invictus.

SINOPSIS:
El recién elegido Presidente Mandela sabe que, tras el apartheid, su país sigue dividido racial y económicamente.  Con la confianza de que puede reconciliar a su pueblo mediante el lenguaje universal del deporte, Mandela se une al débil equipo sudafricano de rugby cuando, de forma inesperada, consigue llegar a la Final de la Copa del Mundo de Rugby de 1995.

ARGUMENTO:
Eulez: El argumento me ha parecido, sencillamente, una castaña moralista y simplona. En fin, se supone que hay que desarrollar esto ¿verdad? Veamos, la historia y la película están basadas en la novela “El Factor Humano” de John Carlin que trata acerca de como Nelson Mandela (Morgan Freeman) logra, gracias a su influencia, carisma, personalidad y habilidades políticas, que la selección de rugby de Sudáfrica gane la Copa del Mundo que se organizaba en el país africano en 1995. Es decir, se encumbra a Mandela a la categoría de semidios. Tal y como afirma el propio Carlin en una entrevista, acerca de encontrar algo “malo” en la figura de Nelson Mandela: “En esto fracasé: me habría gustado encontrar más datos malos sobre él, pero hasta a la extrema derecha se le cae la baba cuando habla de Mandela”. Es decir, la película muestra a Mandela como (literalmente de Carlin) “la antítesis absoluta de Hitler” porque logró unir a blancos y a negros, que acaban de salir del apartheid. Y lo logró, según el propio Carlin, gracias a que Sudáfrica ganó la Copa del Mundo de rugby. En este sentido se puede decir que Clint Eastwood se limita a mostrar en cine lo que Carlin afirma en su novela. Y no se complica más. No hay ningún tipo de dilema moral en la película, algo tan propio de las películas de Clint. No hay dudas (y apenas sombras) acerca de la figura de Mandela, no hay dudas acerca de la influencia del presidente surafricano en la victoria de los Springboks contra todo pronóstico, no hay dudas acerca de que algo tan banal como un partido de rugby pueda unir a un país que había sufrido durante años una radical y xenófoba segregación racial. Puedo entender que desde el punto de vista literario esta historia sea interesante de contar. Especialmente si, a la vez, se habla de la vida de Mandela, de la situación de la población negra en Sudáfrica, de la situación política, etc. Hay multitud de detalles que probablemente den mucho interés a la novela pero que se pierden en la adaptación cinematográfica. Desde luego, la historia, tal y como está planteada en la película, no encaja con las últimas obras de Eastwood.

Alfie: Es curiosa la aproximación a la realidad sudafricana que plantea en su nuevo trabajo Clint Eastwood. Pero es tan ambicioso el argumento que hace aguas. Anthony Peckham no apuesta por una línea argumental única y desarrolla en paralelo tres historias, desde donde el espectador puede analizar y ver cómo era la sociedad que hereda Mandela.  Personalmente la que más me gustó es la aproximación a la figura del Presidente a través del rugby, pero considero totalmente prescindible la protagonizada por los dos guardaespaldas, así como la de los “intentos” de acabar con la vida del presidente recién electo, por considerarlas reiterativas y efectistas. Otra de las cosas que me ha llamado la atención del argumento es el uso del deporte como propaganda. Es algo que ya descubrieron los antiguos dirigentes romanos, ya sabéis “pan y circo”. Es una pena que para unificar espiritualmente un país haya que darle “pan y circo”, independientemente de que se llama: rugby, futbol, etc. Me fascina ver como todos, y cuando digo todos me da igual que hablemos de Sudáfrica que de España, aparcamos las diferencias ante el deporte.

  

SECUENCIA:
Eulez: La única secuencia que me parece mínimamente llamativa en la película es aquella en la que el capitán de las selección sudafricana (Matt Damon) visita la celda de la cárcel que ocupó Mandela durante veintitrés años. En esa secuencia se superponen escenas de Damon en la celda junto con otras de Mandela cuando estaba encarcelado, como si este fuese un fantasma y estuviese viendo al capitán para darle su apoyo. Da la impresión de que el recuerdo fantasmoso de Mandela no tenía otra cosa en que pensar, mientras picaba piedras, salvo en el capitán de los Springboks del futuro. Por cierto, Morgan Freeman recordaba en esta escena al inolvidable “Red” de “Cadena Perpetua”.

Alfie: Por mi parte me quedo con la secuencia inicial con la que Eastwood arranca el largometraje. Me parece un prodigio de presentación. Es donde se nota la mano de este artesano del séptimo arte. La forma en la que plantea la gran problemática social en torno a la que van a girar las dos horas restantes de metraje. Sólo con un movimiento de cámara, una panorámica, y un picado podemos apreciar las grandes diferencias raciales. Eso por no hablar del uso  de los recursos como esa carretera que separa ambos bandos y le ayuda a plantear la metáfora, o del sonido y la música, que como siempre la compone él mismo, de ahí que antes le calificara de artesano. Es posiblemente lo mejor de toda la película. Es uno de esos comienzos a guardar en la memoria.

PLANO:
Eulez: Alguno de la secuencia anterior. Especialmente en el que aparece el recuerdo fantasmoso, sentado y encorvado por la falta de espacio, leyendo un libro delante de Matt Damon.

Alfie: De quedarme con un plano me quedo con el momento en el que Matt Damon cierra la celda se le ve de espaldas y aprecias lo angosto que es el espacio en el que ha estado encarcelado Nelson Mandela. Es un plano que inspira multitud de sentimientos, desde pena hasta rabia, todo ello porque Clint Eastwood es uno de los pocos maestros que nos quedan y hace maravillas, y sabe como escarbar en el cuore del respatable. Es uno de esos planos sencillos pero a la vez magistrales, que sólo directores como este saben crear.

PERSONAJE:
Eulez:
Ninguno. En serio. Ninguno. Han sido alabadas las interpretaciones de Morgan Freeman y de Matt Damon. Sobre la interpretación que hace Morgan Freeman de Mandela más bien parece una imitación. Veamos, hagamos una clase práctica de interpretación morganiana de Mandela: Estimados lectores de Videodromo, metan las comisuras de sus labios hacia adentro, muérdanse el labio inferior mostrando los dientes, muevan ligeramente la barbilla hacia arriba, inclinando ligeramente la cabeza y desplacen esta despacio pero constantemente arriba y abajo. Para finalizar, y mientras mueven la cabeza, emitan el sonido siguiente: “gñññeeeee”. Ya son Mandela en versión morganiana. Un poco de betún por la cara, en caso de ser blancuchos, y perfecto. Por cierto, me da la impresión de que una de las posibles razones por las que Eastwood haya rodado esta película es para concederle un papel oscarizable por actor principal a su buen amigo Freeman. Lo de Matt Damon es más complicado. Primero hay que pasar varios meses en el gimnasio poniéndose cuadrado. O bien tomar anabolizantes. Por lo demás, el nivel de la actuación de Damon está muy por debajo del de cualquiera de las película de “Bourne». Sobre los secundarios, mejor no hablamos. Irrelevantes como poco, pero eso es seguramente culpa del guión.

Alfie: Pues yo voy a romper una lanza por el personaje de Francois Pienaar interpretado por Matt Damon. Clint Eastwood que es un gran director de actores sabe sacarle lo mejor del actor norteamericano y lo moldea a lo largo de toda la cinta, y podemos apreciar en él una evolución. Puede que sea hasta el momento su mejor personaje y su mejor interpretación. Porque para dar saltos en plan Bourne los da mejor un canguro. Así que discrepo de mi estimado Eulez. A medida que avanza el metraje podemos apreciar como se va distanciando de las posturas racistas, tanto de su familia real como deportiva, y como poco a poco a través de los hechos acaba mostrándoles a todos que otra realidad es posible.

LO MEJOR:
Eulez:
A pesar de lo que pueda decir aquí, la película está bien realizada. Clint domina el arte de dirigir películas y lo que podría ser un pufo insoportable se convierte en algo, al menos, agradable de ver.

Alfie: Como bien dice mi estimado Eulez el filme se deja ver, pero eso no significa que sea bueno. Yo creo que su resultado global es un tanto irregular, pero como no puede ser de otra manera hay momentos llenos de brillantez como la escena del avión, que no os cuento de que va, pero que es realmente inquietante, está magníficamente planteada y funciona con la misma perfección que el mecanismo de un reloj suizo.

LO PEOR:
Eulez: Lo que ya he contado. Además del argumento simplón, y de las interpretaciones básicas de Damon y Freeman, habría que añadir que el resto de personajes no aportan absolutamente nada, que no se profundiza ni en la figura de Mandela ni en la situación del país, etc, etc. Que en definitiva, la película es muy aburrida y totalmente previsible. La escena del partido de rugby de la final se hace insufrible por larguísima: además de las obligadas escenas deportivas de los musculados y testosterónicos jugadores, nos encontramos con interminables planos, una y otra vez, de gente con la boca abierta y los ojos llenos de emoción delante del televisor como si fuesen subnormales. Mención aparte las escenas del estadio donde se celebra la final, en donde el público asistente solo sabe  cantar lo de “Olé, olé, olé” y moverse como si se tratasen de las figuras de cualquier simulador deportivo por ordenador. Aunque supongo que aquellos que sean apasionados  del rugby lo encontrarán todo emocionante y magnífico. Ah! También les gustará a aquellos que todavía se emocionen con las aventuras épico-deportivas de “Oliver y Benji”.

Alfie: Lo tengo claro que lo peor es que Clint Easwood no se haya cogido el guión de Peckham y lo haya pulido un poquito, porque para contar tanto en tan poco y conseguir que no se le mueva la lentilla al respetable mientras visiona el metraje es un enorme reto. Que obviamente no consigue superar con este “INVICTUS”. Hacía mucho que no hacía un largometraje tan mediocre, y que posee tufillo a telefilme de cuatro de la tarde desde el minuto quince hasta el final, convirtiendo lo que podía haber sido un gran biografía en un pastelón, porque Clint Eastwood se rinde por completo ante las dos figuras, la deportiva y al política, y no les saca ni un defecto. Y qué queréis que os diga, alguno tendrían porque humanos son.

CALIFICACIÓN:
Eulez: y por ser generoso. Me parece la peor película de Eastwood de la última década. Desde “Cowboys del Espacio” el director norteamericano no había hecho nada tan obviable.

Alfie:

TODO INCLUIDO

Este viernes se estrena la comedia que ha sido la sensación en EEUU este otoño, ya que se estrenó pasado día de Acción de Gracias. El largometraje ha sido dirigido por el productor y director Peter Billingsley, que ha contado con el guión escrito mano a mano entre el director de “Iron Man” Jon Favreau, el actor cómico Vince Vaughn y Dana Fox, que han escrito una comedia romántica centrada en cuatro parejas del Medio Oeste estadounidense que realizan el sueño de su vida viajando a una isla paradisíaca. Una de las parejas va con la intención de solucionar sus problemas matrimoniales, y las otras tres tienen la intención de divertirse con las motos de agua, relajarse en el spa y pasarlo bien en general. Pero no tardan en descubrir que la participación en la terapia de pareja que ofrece el hotel no es opcional. La oferta de grupo tiene un precio: superar mil y un problemas que surgirán en el seno de las diversas terapias. Así que Bienvenidos a la isla de los problemas.

El hotel no deja de ser uno de los verdaderos protagonistas de la cinta. Los cineastas recorrieron más de una docena de hoteles en la Polinesia Francesa, buscando uno con habitaciones construidas encima del mar. Así llegaron a Bora Bora, convirtiendo a esta película en la primera película que se rueda en esta zona del Pacífico desde que Jan Troell rodó, en 1979, el épico largometraje de aventuras Huracán. Para ello ocuparon todo el St. Régis Bora Bora Resort, un hotel de cinco estrellas que está en el islote de Motu Piti Aau, para más señas. Puedo decir en favor del filme que tiene situaciones divertidas. En su contra que posee altas dosis de moralina al final del largometraje.

Los cuatro actores masculinos representan a la perfección a los cuatro estereotipos de norteamericano, desde Jason Bateman que últimamente aparece en todas las comedias de moda, hasta  Vince Vaughn y Jon Favreau que protagonizan los mejores momentos. Es una pena que actrices con una gran faceta cómica como Kristin Davis a la que recordaréis de la serie “Sexo en Nueva York” o la sueca Malin Akerman, a la que habéis visto recientemente en “Watchmen”, están totalmente desaprovechadas, pudiendo haber generado más situaciones cómicas. Sobre ellas pesa más los momentos más dramáticos y previsibles. Mención especial me merecen tanto el actor francés Jean Reno y el portorriqueño Carlos Ponce, están sublimes y tronchantes en sus cortas apariciones, el momento yoga y conocimiento profundo son de lo mejor. Está claro que podemos decir que no es la mejor película que se estrenará esta semana, pero tampoco la peor como ya iréis leyendo. Estamos ante una comedia correcta, que por lo menos no se hace aburrida, y que es para toda la familia. Pero no pidáis más.

LA HERENCIA VALDEMAR

El pasado viernes se estrenó una de las películas españolas más ambiciosas, hasta el punto que es tan larga que consta de dos partes. En ella aparece nuestro desaparecido Paul Naschy, que como todos bien sabéis es más famoso fuera de nuestras fronteras que por nuestra patria. Mi estimado lector Enrique Dueñas, que es todo un experto en la obra de Lovercraft, le envié a cubrir el pase de prensa y la rueda. El largometraje comienza con la desaparición de Luisa Llorente, una reconocida experta en la valoración de mansiones antiguas, tras recibir el encargo de ir a tasar la legendaria y misteriosa mansión Valdemar. Pero no es la única,  otro tasador llamado Orquicia – compañero de Luisa- también desapareció cuando le enviaron a valorar el contenido de la mansión Valdemar. Por ese motivo, Maximilian, presidente de la compañía INMOBERANCE para la que trabajan ambos, contrata los servicios del detective Nicolás Tramel para que los encuentre. Y nada más llegar a la mansión el detective emprende un viaje al pasado en el que le acompaña la arrogante Doctora Cerviá, presidenta de la fundación Valdemar, quien le pone en antecedentes del caso y relata la tragedia de Lázaro y Leonor Valdemar, el matrimonio que habitaba la casa de la leyenda allá por el año de 1880. Pero la tragedia de esa pareja de vida aparentemente normal fue consecuencia de unos hechos espeluznantes relacionados con la celebración del llamado Rito de Dunwich, una puerta al conocimiento y a la realización de toda pretensión humana y el detective Kramer tendrá que desentrañar el inquietante pasado para intentar resolver el no menos escalofriante presente.

 

“LA HERENCIA VALDEMAR” se trata de un montón de ideas mediocres puestas en fila india, obteniendo así un cóctel errático y reiterativo en el cual no ocurre NADA relevante durante dos horas. ¿Esto es en serio una película? Si acaso el prólogo alargado de un mal telefilme. Absolutamente todo lo que nos cuenta “La herencia Valdemar” podía haberse resumido a cinco minutos, como es fácil de averiguar para el espectador medio, que encontrará escenas que repiten las mismas piezas de información. Al saber que estamos ante un producto dividido en dos partes, lo lógico sería encontrarse con la primera mitad, no con el episodio piloto para una mala serie de Fox.

Se ha remarcado que estamos ante una cinta de “terror clásico” pero creo que conviene hacer un matiz. No es “terror” sino “intento de drama victoriano”. Nótese el énfasis en la palabra “intento”, por favor. En ningún momento encontramos tensión ni inquietud de ningún tipo, algo que se trabaja mediante la atmósfera, eso que el cine de terror clásico manejaba a las mil maravillas. Por otra parte, la falta de química entre la pareja protagonista, destruye cualquier aproximación al romance que ocupa la mayor parte del metraje. La gratuita aparición de unos cuantos personajes históricos anglosajones ayuda a elevar el nivel de delirio, sobre todo al oír su acento castizo.

El guión resulta atroz pero eso podía haber sido atenuado con una buena dirección. Por desgracia, la dirección es aún peor. La realización, carente de personalidad, demuestra ya no inexperiencia sino desinterés. La cámara NUNCA enseña lo que queremos ver, ni uno solo de los escasos “sustos” consigue sobresaltarnos, los elementos sobrenaturales son mostrados sin habilidad y aunque el director de fotografía realiza un trabajo correcto, hay claramente demasiada luz en la mayor parte de las imágenes, restando cualquier misterio a los acontecimientos.

Los actores hacen lo que pueden y algunos de los intérpretes incluso sorprenden por la naturalidad con la que se defienden de unos diálogos completamente lamentables. Quiero destacar la labor de Francisco Maestre y el desaparecido Paul Nachy,  Sin embargo, la mayor parte de los personajes no se libran de llevar a cabo actitudes caricaturescas que hacen poco por la (ya escasa) verosimilitud de la ficción propuesta. Frases lapidarias subrayadas innecesariamente por miradas o efectos sonoros, comportamientos más propios de dibujos animados que de un largometraje de horror (véase la sutileza de los “espías”)…

Se percibe además un conocimiento absolutamente SUPERFICIAL de la obra del escritor de Providence. Para empezar, el mero hecho de llamar a la ceremonia arcana “El rito de Dunwich” carece de sentido, ya que Dunwich es, únicamente, una localidad arrasada por una abominación semihumana. El único monstruo de la película, “El devorador”, se utiliza como excusa para hacer aparecer un muerto viviente que guarda un siniestro parecido con el Skeletor de Frank Langella. Tener a tu alcance una cosmogonía tan compleja y utilizarla como excusa para sacar un puñetero zombie demuestra claras carencias de ingenio.

En la rueda de prensa, cuando se le preguntó por qué no adaptar un relato concreto, el director respondió que eso es casi imposible por la falta de diálogos y el exceso de líneas descriptivas. Su ejemplo era el de una mujer con un candelabro que tarda una eternidad en cruzar una habitación… Obviamente, este hombre no sabe lo que está diciendo: en los libros de Lovecraft NO hay mujeres y candelabros (entiéndase esto como una referencia a la literatura gótica clásica). Y si por algo se caracterizan sus textos no es tanto por el número de descripciones como por lo estrambóticas que son estas aunque, ¿lo interesante de un medio visual no es, precisamente, dar tu propia visión de la palabra escrita?

Al parecer, no se ha buscado fidelidad al argumento, sino al “tono” de las obras. Pues bien, ya que hablamos de “tono”, habría que aclarar que el de esta película no puede ser más lejano al de cualquiera de los relatos originales. Todas las escenas se centran en una trama amorosa (cuando Lovecraft JAMÁS incluía este tipo de temas en sus escritos), los extraños Dioses astrales no producen más inquietud que un Belcebú cualesquiera y no se hace el menor intento de recrear la desasosegante demencia que experimentan los protagonistas al acercarse al Mal, locura que muchas veces nos hace plantearnos si su narración es fiable.

Lo peor de todo es que “La herencia Valdemar” aburre. Al menos los primeros cuarenta minutos contienen tal cantidad de tópicos y frases ridículas que es fácil hallar la risa. La sensación que queda es que con una edición más inteligente podrían haberse reducido dos películas malas y largas como un día sin pan, a un solo filme aceptable de duración media. Es decir, que sobran horas de metraje. ¿Existen películas peores? Sí. Pero eso no exime a este triste experimento.

Todos estos fallos son comunes al hablar de un director novel y sería injusto ignorar que se nota mucho esfuerzo. Aunque, llamadme mala persona, pero dudo sobremanera que tras este comienzo (fallido a todos los niveles), nos encontremos un centenar de piezas maestras. Me gustaría poder decir que admiro la valentía de los productores, apoyando un producto que no cuenta con subvenciones, o que me alegra ver como el fantástico sigue haciéndose un hueco en este país. Pero no puedo. No con este resultado final. Una vez finalizada la película, hay un pequeño “teaser” con lo que nos encontraremos en la secuela. Vemos nada menos que al Gran Cthulhu en todo su digital esplendor. Nuestro villano favorito por primera vez en la gran pantalla. ¿Por qué Cthulhu y no otro Primigenio más adecuado al universo presentado? Obviamente, por que es el más famoso. Y por que la gente que ha hecho la película conoce a estos personajes por el juego de rol de Chaosium y no como entidades pertenecientes a la obra de un genio del terror. Además, se promete un nuevo cameo: en la película aparecerá físicamente el mismísimo H.P. Lovecraft. Al parecer, interpretado por un gallego de pintoresco acento. Perdón… ¿alguien ha llamado al circo volador de los Monty Pyhton?

Aclaro que sí recomendaría el visionado de esta segunda parte (se espera su estreno en otoño) aunque sólo sea para comprobar si, verdaderamente, se cuenta una maldita historia. En fin, aquí tenemos otro despropósito más que engrosa la larga y triste lista de chorradas supuestamente basadas en Lovecraft. Curiosamente, en España somos auténticos expertos: primero fue Juan Piquer Simón con “La mansión de Cthulhu”, más adelante Stara Gordon con “Dagon” (con la última interpretación de Paco Rabal) y ahora tenemos esta “Herencia Valdemar” que, aunque renuncia al gore y carece del ritmo de sus predecesoras, conserva el resto de elementos característicos de este divertido subgénero.

UP IN THE AIR-ENTREVISTAS

Todas las cosas que odiais de viajar, son detalles que me hacen sentir en casa.

Ryan Bingham- Up in the air.

Esta semana destaco una gran película, maravillosa desde los títulos de crédito iniciales hasta su coherente final. El acido e increíble guión de “UP IN THE AIR” lo firman Sheldon Turner y Jason Reitman. Este es una adaptación de la novela firmada por Walter Kirn que nos cuenta la historia de Ryan Bingham, cuya profesión le obliga a volar constantemente cruzando su vasto país. Ryan lleva mucho tiempo contento con su despreocupado estilo de vida, viviendo por toda Norteamérica en aeropuertos, hoteles y coches de alquiler. Eso le obliga a llevar todo lo que necesita en su pequeña maleta con ruedas. Es un miembro mimado y de élite de todos los programas de fidelización de viajeros que existen. Y le falta poco para alcanzar el objetivo de su vida: 10 millones de millas de viajero habitual, y sin embargo… Ryan no tiene nada auténtico a lo que aferrarse. Una noche en uno de los múltiples aeropuertos de EEUU conocerá a una simpática compañera de viaje así dará comienzo un viaje personal sin retorno.

Jason Reitman exprime y saca todo lo mejor de un gran reparto encabezado por George Clooney, que está perfectamente arropado por Jason Bateman, Anna Kendrick y Vera Farmiga. Pero el momento más sublime lo protagonizará con el veterano actor Sam Elliott que da vida a uno de los pilotos de sus múltiples altos vuelos. Es una de esas cortas pero intensas apariciones. Es un pecado perderse este divertido y entrañable largometraje, que carece de las altas dosis de moralina de su anterior y sobrevalorado trabajo, “Juno”.

Asistiréis a una gran disección de la sociedad norteamericana, por eso me ha parecido muy valiente. Y además, le ha quedado una cinta que homenajea y bebe de ese clásico europeo firmado por Junet llamado “Amelie”. Qué más os puedo decir, que esto es cine y no “Avatar”, lo siento, pero hay una enorme frontera entre lo que es un gran guión y una buena puesta en escena y lo que es el marketing demoledor. Luego todos al cine a ver esta semana, y usted mi estimado 39 escalones el primero a ver “UP IN THE AIR”, así dejará por fin un poco el DVD. Y una cosa más, me ha parecido muy injusto que le arrebatara los globos de oro ese enorme truño de tres horas lleno de pitufos galácticos. Todavía no doy crédito.

Ahora os dejo con unas entrevistas realizadas a los miembros del equipo de la película, que amablemente nos ha cedido Paramount España. Así que a disfrutarlas mis estimados amigos y lectores.

UP IN THE AIR-PRIMERA PARTE

UP IN THE AIR-SEGUNDA PARTE

NINE

Se italiano.  Vive hoy como si se tratara del último de tus días.

Canción «Be Italian» Nine 

 

Rob Marshall no abandona el género musical tras su exitosa versión cinematográfica del musical de Bob Fosse “Chicago” y regresa este viernes a nuestras pantallas con otra adaptación basada en el musical de Broadway merecedor del Tony, “NINE”. El libreto lo firma Arthur Kopit, con música y letra de Maury Yeston, que a su vez es una adaptación del italiano de Mario Fratti. La película ha contado con un guionista de excepción, nada más y nada menos que el fallecido realizador norteamericano Anthony Minghella, que con Michael Tolkin se encargan de poner en imágenes esta versión cinematográfica. “Nine” está basado a su vez en el famoso largometraje “Ocho y Medio” del realizador italiano Federico Fellini. El musical narra la historia de Guido Contini, el director de cine más famoso del mundo. Guido pasa por una crisis creativa y personal mientras lidia con las numerosas mujeres de su vida entre las que se incluyen su mujer, su amante, su musa  su confidente y diseñadora de vestuario, una periodista de moda americana, el amor platónico de su juventud  y su madre.

En 1969 Bob Fosse se le ocurrió hacer un musical llamado “Noches en la ciudad” a partir de otro largometraje de Fellini, concretamente de “Las noches de Cabiria” donde Shirley MacLaine tomaba el relevo a Giulietta Masina. Encontraremos otros homenajes a la figura de Fellini al contar con la veterana actriz italiana Sophia Loren en el reparto al  encarnar a la madre de Guido, ya que el afamado director italiano hubiera contado con ella para dar vida a Anita en el proyecto que nunca vio la luz llamado Viaggio con Anita”.

Los amantes del género musical apreciarán que con “Nine”, Rob Marshall lleva el mundo de Fellini al de Bob Fosse, y eso es todo un acierto. Siendo el largometraje una especie de híbrido entre “All That Jazz” y “Ocho y medio”, tanto en la forma de construirla como en las coreografías. Así el mejor número musical es el protagonizado por Fergi, que interpreta a su amor platónico de la juventud. Así esta coreografía está llena de ritmo, pasión y estilo, porque está dominada por el uso de la silla, aunque el detalle de la arena y las panderetas es simplemente genial. Aunque sería injusto con Kate Hudson si no hablara de su coreografía llena de glamour y estilo, vamos que algunos se le irá la cabeza a los anuncios de Martini.

En cuanto a los actores quiero hacer una especial mención sobre Daniel Day-Lewis y Marion Cotillard que construyen dos personajes de manera sobria. Están maravillosos, sobre todo Day-Lewis que recuerda muchísimo a Marcello Mastroianni. Y la que le sorprenderá a más de uno es la faceta musical de la veterana actriz inglesa Judi Dench que se come todo el protagonismo de Sophia Loren. Todos la recordaréis porque recientemente está protagonizando a “M” en la saga James Bond desde que Pierce Brosnan tomara el relevo el personaje de 007.

Llegados a este punto de la crítica os estaréis preguntando que pasa con la cacareada actuación de Penélope Cruz y Nicole Kidman. Pues bien, sólo he de decir que dan el papel aunque no es de lo más destacable. Eso sí, los fieles seguidores de Penélope y Nicole quedarán fascinados, si es que alguno queda.

Para finalizar he de reconocer que la película es buena, que las historias de metacine, es decir, de historias que versan sobre el cine dentro del cine, siempre funcionan y emocionan en mayor o menor grado. Lo mejor sus veinte últimos minutos, que son muy italianos de verdad, y es cine. He de reconocer que me sorprendió gratamente. Os encantará a la gran mayoría, y es más os la recomiendo. Pero a los amantes del género como yo os sonará a ya visto, aunque el resto del metraje está rodado con profesionalidad, y el verdadero poso es que Bob Fosse era un genio, y sus números musicales están vigentes.

SHERLOCK HOLMES

El director británico Guy Ritchie tras su curiosa “Rock’n’rolla” regresa a tope a las grandes pantallas con el más famoso personaje de Sir Arthur Conan Doyle, hablo de “SHERLOCK HOLMES”. Para ello ha contado con un guión firmado por Michael Robert Johnson, Anthony Peckham y Simon Kinberg, basado en una historia de Lionel Wigram y Michael Robert Johnson, que comienza con una serie de brutales crímenes rituales. Holmes y Watson llegan a tiempo para salvar a la última víctima y descubrir al asesino: el impenitente Lord Blackwood.  Cuando se acerca el momento de su ejecución en la horca, Blackwood—que ha aterrorizado tanto a los presos como a los carceleros con su aparente conexión con fuerzas oscuras y poderosas—advierte a Holmes de que la muerte no le importa y que, de hecho, la ejecución coincide con sus planes. Y cuando, según todos los indicios, Blackwood lleva a cabo su promesa, su aparente resurrección siembra el pánico en Londres y desconcierta a Scotland Yard.  Pero para Holmes, el juego está en marcha.

Así da comienzo este steampunk a ritmo de videoclip. Que posee un comienzo curioso y podría decir que con ciertos brochazos de humor, pero que se va desinflando poco a poco. El arranque del largometraje a los cinéfilos más mayorcitos les recordará a la divertida y curiosa visitación al personaje creada por Barry Levinson que en nuestro país se conoce con el título de “El secreto de la piramide” con guión del eterno niño Chris Columbus. Las coincidencias con este largometraje son diversas, inclusive hasta el final es muy, muy, pero que muy parecido.

Considero que esta revisitación es la menos respetuosa con el personaje, los que ansiéis escuchar la famosa frase de “elemental querido Watson”, iros despidiendo de la idea. Su tema con las drogas queda totalmente difuminado. Y así un largo etc. Lo único que mantiene es su residencia en Baker Street y su endogámica relación con Watson al que le da más de un quebradero de cabeza. Es más fiel al personaje la serie de televisión “House” que este filme.

En cuanto a la labor de Jude Law y de Robert Downey Jr sólo puedo deciros que hacen lo que pueden. Están correctos. Pero quien si destaca sin dudarlo un instante es el actor fetiche de Ritchie, que no es otro que Mark Strong. En fin, que este largometraje está realizado para los más jóvenes de la casa, que desconocen al personaje y sólo quieren acción. A los demás os aconsejo que vayáis al DVD y recuperéis esa obra maestra que es “la vida privada de Sherlock Holmes” Si la comparamos son como la noche y el día, por no decir otra cosa.

LA CINTA BLANCA

La segunda película a la que me refería ayer era el esperadísimo regreso a la gran pantalla de uno de los grandes realizadores europeos tras ese juego torpe que supuso Funny Games US, hablo de Michael Hanecke, que el pasado domingo le arrebató a Pedro Almodovar el Globo de Oro a la mejor producción extrajera, estamos hablando «LA CINTA BLANCA». Y ya que mi estimado Victor Guybrush se comió el truñito de «La decisión de Anne» era merecido que fuera a verla. Pronto veremos si Hanecke se alza con la ansiada estatuilla dorada. Así que no me enrollo más y hoy os dejo con la reseña que ha realizado del filme.

En 1913 un pequeño pueblo del norte de Alemania, a primera vista tranquilo y sin nada fuera de lo común, empieza a ser testigo de una serie de extraños acontecimientos, desde accidentes hasta secuestros, que ponen en peligro la paz de la hasta ahora segura localidad. Poco a poco, de la mano del profesor del pueblo, iremos entreviendo que la perfección del lugar no era tal y que todos sus habitantes, intachables a primera vista, también tienen sus sombras. 

 

La cinta blanca es, como se ha repetido ya hasta la saciedad, un análisis de la sociedad alemana de principios del siglo XX, la misma que algo más tarde daría lugar al nazismo. Es también, como reza su subtítulo, una historia sobre niños, pero en realidad es mucho más que eso; un relato sobre la violencia, sobre la culpabilidad, sobre la moralidad y la educación. Es un retrato no solo de la sociedad alemana de 1913, sino también de la sociedad contemporánea, y es un retrato incómodo y cruel de mirar.

Haneke vuelve a tratar varios de los temas recurrentes de su cine. Si bien es cierto que en La cinta blanca se disecciona al menos uno de los factores que devendrían en el auge del nacionalsocialismo, el director podría haber situado la narración a principios del siglo XXI. El verdadero fondo de esta cinta no tiene que ver tanto con el nazismo sino con la perversión de los ideales en general y el papel que juega una buena, o mala, educación en ello. Los niños, protagonistas de la historia, son educados en los valores tradicionales, correctos y adecuados de la sociedad en la que viven, pero son sus propios padres, sin darse cuenta, los que les enseñan a maltratar y odiar sin medida. El espectador pronto se ve sumergido en la tensión de saber que en cualquier momento el horror puede desatarse desde cualquier lugar y por culpa de cualquier personaje, pues ninguno está libre de pecado.

Durante las dos horas y media que dura la película se nos plantean preguntas y acertijos de difícil solución. Las respuestas, desde las que se enfrentan a los dilemas morales hasta las que resuelven los enigmas del pueblecito, debe buscarlas el espectador por su propia cuenta, corriendo el riesgo de que las conclusiones, aplicables a nosotros mismos, no sean de nuestro agrado.

A pesar de la larga duración del film, su ritmo pausado y la frustración de que se planteen cuestiones y no se resuelvan, La cinta blanca envuelve al espectador magistralmente. El uso del blanco y negro como recurso estético dota de una gran fuerza a las imágenes, en su mayoría austeras y sencillas (aunque también hay alguna sorpresa, como la secuencia montados en un carro que se marcan el profesor y su amada). Los actores son francamente impecables, desde el profesor de la escuela (Christian Friedel en su primer pero con toda seguridad no último papel) hasta el doctor del pueblo (Rainer Bock, visto en Inglourious Basterds), haciendo mención especial merecidísima a los niños. Todos ellos, desde el que pregunta qué es la muerte hasta a aquellos a los que les atan la cinta blanca para que recuerden su pureza están perfectos.

Imprescindible y perturbadora, con la trayectoria que está teniendo en festivales y ahora en las salas La cinta blanca es una clarísima candidata a llevarse el Oscar a la mejor película extranjera que, en caso de lograrlo, no va a sorprender a nadie.

LA DECISIÓN DE ANNE

El pasado viernes se estrenaron dos películas de esas que van a hacer un reguero de tinta en la red, la primera este largometraje que supone el retorno del hijo de John Cassavetes, Nick, tras las cámaras, porque como todos bien sabéis le da igual ponerse en este lugar como delante del objetivo, como que te escribe un guión. En EEUU esta película ha generado un enorme debate por el tema de fondo. Lo que nadie duda es que este filme es el pasaporte para Cameron Díaz para intentar colarse en la quiniela de los Oscars, Globos de Oro, de los premios de la crítica, así como de los Independence Awards . Ya veremos que es lo que consigue realmente. Id preparando los paquetes de pañuelitos de papel, porque más de uno lo necesitará. Así que me dije quien mejor que el intrépido Victor Guybrush para acudir al pase. Dicho y hecho, luego aquí tenéis su opinión sobre el nuevo trabajo de Nick Cassavetes titulado…

Sara y Brian Fitzgerald (Cameron Diaz y Jason Patric) son los padres de un chico y una chica. Muy pronto, a la pequeña Kate (Sofia Vassilieva) le diagnostican leucemia. Tras probar todos lo que tienen a su alcance para que se cure sin lograrlo deciden intentar algo más: tener un tercer hijo, nacido gracias a la ingeniería genética para ser compatible al cien por cien con su hermana y poder así ser su donante. La niña probeta es Anne (Abigail Breslin) y desde el momento de su nacimiento, cuando dona la sangre de su cordón umbilical a su hermana, se convierte en un elemento indispensable para que Kate pueda sobrevivir. Si el drama de tener una hija con cáncer y toda la vida trastocada (la madre deja el trabajo para cuidar a su hija y ésta se convierte en el centro de atención relegando a un segundo plano al resto de miembros de la familia) la pequeña Anne, cansada de donar todo lo que necesita su hermana (con los consiguientes riesgos y perjuicios para ella) decide tomar cartas en el asunto y contrata a Alec Baldwin, un reputado abogado, para conseguir su emancipación médica.

El dramón que Nick Cassavetes nos propone bien podríamos encontrarlo cualquier tarde en la televisión. Tal vez una versión menos sofisticada, con menos medios, sin grandes actores (Alec Baldwin lo borda, Joan Cusak está increíble, Abigail Breslin tiene un prometedor futuro por delante y el resto están en su sitio y casi es decir poco), pero al fin y al cabo La decisión de Anne va a lo mismo que los telefilms: a intentar (y conseguir, sin duda) ir directa a la patata y al lagrimal del espectador. Quien disfrute sufriendo tiene aquí la respuesta a todos sus deseos cinematográficos y no saldrá decepcionado, sino con un nudo en la garganta que le costará deshacer.

En general La decisión de Anne es correcta, como ya he dicho tiene buenas interpretaciones y en general se deja ver, pero me atrevería a decir que no tiene nada más. Conmueve por acumulación y hace reflexionar por obvia y machacona y a eso termina reduciéndose la cinta, a encadenar momentos emotivos y dramáticos que, si bien no dan vergüenza ajena, al día siguiente se antojan vacíos.

Al principio parece que el amigo Cassavetes va a mojarse y va a plantear el dilema moral de la fecundación in vitro y la selección genética, pero luego se pasa el tema por el arco del triunfo y se dedica a poner pianos a todo trapo (incluyendo un destrozo total de Girls just wanna have fun de Cindy Lauper)  mientras la niña enferma llora por la muerte de su novio, a quien conoció en la planta de oncología del hospital, mientras vemos cómo llueve a mares a través de la ventana.

Los que se han quejado muchísimo son los que leyeron el libro en el que se basa. Según parece Cassavetes y compañía cambiaron bastante el final y los fans del libro de Jodi Picoult se están cagando en todo. A mi entender el final del libro habría sido muy difícil de llevar a la gran pantalla sin que las sala se lo tomase a guasa o se levantase completamente ofendida, pero ya se sabe que en estos casos nunca llueve a gusto de todos.

En definitiva, la película agradará (es un decir) a quienes quieran llorar a moco tendido, y habría que ponerle, midiéndola por ese rasero 4 ó 5 estrellitas sin duda ninguna duda, pero tener, tampoco tiene mucho más. A lo mejor no había que pedirle nada y simplemente había que dejarse arrastrar por la deprimente historia de la familia de Cameron Diaz, pero para eso que no cuenten conmigo.