Esta semana se estrena el nuevo trabajo del prolífico director norteamericano Clint Eastwood, y por ese motivo hoy hacemos una sesión doble. Para mi ha sido un enorme placer, y él lo sabe, contar en este caso con mi estimado Eulez que regenta el blog «Las historias eulerianas« para acudir al cine Proyecciones de Madrid para cubrir el pase de prensa, porque es un gran conocedor de la figura y la filmografía de Easwood.
Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma.
Nelson Mandela-Invictus.

SINOPSIS:
El recién elegido Presidente Mandela sabe que, tras el apartheid, su país sigue dividido racial y económicamente. Con la confianza de que puede reconciliar a su pueblo mediante el lenguaje universal del deporte, Mandela se une al débil equipo sudafricano de rugby cuando, de forma inesperada, consigue llegar a la Final de la Copa del Mundo de Rugby de 1995.

ARGUMENTO:
Eulez: El argumento me ha parecido, sencillamente, una castaña moralista y simplona. En fin, se supone que hay que desarrollar esto ¿verdad? Veamos, la historia y la película están basadas en la novela “El Factor Humano” de John Carlin que trata acerca de como Nelson Mandela (Morgan Freeman) logra, gracias a su influencia, carisma, personalidad y habilidades políticas, que la selección de rugby de Sudáfrica gane la Copa del Mundo que se organizaba en el país africano en 1995. Es decir, se encumbra a Mandela a la categoría de semidios. Tal y como afirma el propio Carlin en una entrevista, acerca de encontrar algo “malo” en la figura de Nelson Mandela: “En esto fracasé: me habría gustado encontrar más datos malos sobre él, pero hasta a la extrema derecha se le cae la baba cuando habla de Mandela”. Es decir, la película muestra a Mandela como (literalmente de Carlin) “la antítesis absoluta de Hitler” porque logró unir a blancos y a negros, que acaban de salir del apartheid. Y lo logró, según el propio Carlin, gracias a que Sudáfrica ganó la Copa del Mundo de rugby. En este sentido se puede decir que Clint Eastwood se limita a mostrar en cine lo que Carlin afirma en su novela. Y no se complica más. No hay ningún tipo de dilema moral en la película, algo tan propio de las películas de Clint. No hay dudas (y apenas sombras) acerca de la figura de Mandela, no hay dudas acerca de la influencia del presidente surafricano en la victoria de los Springboks contra todo pronóstico, no hay dudas acerca de que algo tan banal como un partido de rugby pueda unir a un país que había sufrido durante años una radical y xenófoba segregación racial. Puedo entender que desde el punto de vista literario esta historia sea interesante de contar. Especialmente si, a la vez, se habla de la vida de Mandela, de la situación de la población negra en Sudáfrica, de la situación política, etc. Hay multitud de detalles que probablemente den mucho interés a la novela pero que se pierden en la adaptación cinematográfica. Desde luego, la historia, tal y como está planteada en la película, no encaja con las últimas obras de Eastwood.
Alfie: Es curiosa la aproximación a la realidad sudafricana que plantea en su nuevo trabajo Clint Eastwood. Pero es tan ambicioso el argumento que hace aguas. Anthony Peckham no apuesta por una línea argumental única y desarrolla en paralelo tres historias, desde donde el espectador puede analizar y ver cómo era la sociedad que hereda Mandela. Personalmente la que más me gustó es la aproximación a la figura del Presidente a través del rugby, pero considero totalmente prescindible la protagonizada por los dos guardaespaldas, así como la de los “intentos” de acabar con la vida del presidente recién electo, por considerarlas reiterativas y efectistas. Otra de las cosas que me ha llamado la atención del argumento es el uso del deporte como propaganda. Es algo que ya descubrieron los antiguos dirigentes romanos, ya sabéis “pan y circo”. Es una pena que para unificar espiritualmente un país haya que darle “pan y circo”, independientemente de que se llama: rugby, futbol, etc. Me fascina ver como todos, y cuando digo todos me da igual que hablemos de Sudáfrica que de España, aparcamos las diferencias ante el deporte.
SECUENCIA:
Eulez: La única secuencia que me parece mínimamente llamativa en la película es aquella en la que el capitán de las selección sudafricana (Matt Damon) visita la celda de la cárcel que ocupó Mandela durante veintitrés años. En esa secuencia se superponen escenas de Damon en la celda junto con otras de Mandela cuando estaba encarcelado, como si este fuese un fantasma y estuviese viendo al capitán para darle su apoyo. Da la impresión de que el recuerdo fantasmoso de Mandela no tenía otra cosa en que pensar, mientras picaba piedras, salvo en el capitán de los Springboks del futuro. Por cierto, Morgan Freeman recordaba en esta escena al inolvidable “Red” de “Cadena Perpetua”.
Alfie: Por mi parte me quedo con la secuencia inicial con la que Eastwood arranca el largometraje. Me parece un prodigio de presentación. Es donde se nota la mano de este artesano del séptimo arte. La forma en la que plantea la gran problemática social en torno a la que van a girar las dos horas restantes de metraje. Sólo con un movimiento de cámara, una panorámica, y un picado podemos apreciar las grandes diferencias raciales. Eso por no hablar del uso de los recursos como esa carretera que separa ambos bandos y le ayuda a plantear la metáfora, o del sonido y la música, que como siempre la compone él mismo, de ahí que antes le calificara de artesano. Es posiblemente lo mejor de toda la película. Es uno de esos comienzos a guardar en la memoria.

PLANO:
Eulez: Alguno de la secuencia anterior. Especialmente en el que aparece el recuerdo fantasmoso, sentado y encorvado por la falta de espacio, leyendo un libro delante de Matt Damon.
Alfie: De quedarme con un plano me quedo con el momento en el que Matt Damon cierra la celda se le ve de espaldas y aprecias lo angosto que es el espacio en el que ha estado encarcelado Nelson Mandela. Es un plano que inspira multitud de sentimientos, desde pena hasta rabia, todo ello porque Clint Eastwood es uno de los pocos maestros que nos quedan y hace maravillas, y sabe como escarbar en el cuore del respatable. Es uno de esos planos sencillos pero a la vez magistrales, que sólo directores como este saben crear.

PERSONAJE:
Eulez: Ninguno. En serio. Ninguno. Han sido alabadas las interpretaciones de Morgan Freeman y de Matt Damon. Sobre la interpretación que hace Morgan Freeman de Mandela más bien parece una imitación. Veamos, hagamos una clase práctica de interpretación morganiana de Mandela: Estimados lectores de Videodromo, metan las comisuras de sus labios hacia adentro, muérdanse el labio inferior mostrando los dientes, muevan ligeramente la barbilla hacia arriba, inclinando ligeramente la cabeza y desplacen esta despacio pero constantemente arriba y abajo. Para finalizar, y mientras mueven la cabeza, emitan el sonido siguiente: “gñññeeeee”. Ya son Mandela en versión morganiana. Un poco de betún por la cara, en caso de ser blancuchos, y perfecto. Por cierto, me da la impresión de que una de las posibles razones por las que Eastwood haya rodado esta película es para concederle un papel oscarizable por actor principal a su buen amigo Freeman. Lo de Matt Damon es más complicado. Primero hay que pasar varios meses en el gimnasio poniéndose cuadrado. O bien tomar anabolizantes. Por lo demás, el nivel de la actuación de Damon está muy por debajo del de cualquiera de las película de “Bourne». Sobre los secundarios, mejor no hablamos. Irrelevantes como poco, pero eso es seguramente culpa del guión.
Alfie: Pues yo voy a romper una lanza por el personaje de Francois Pienaar interpretado por Matt Damon. Clint Eastwood que es un gran director de actores sabe sacarle lo mejor del actor norteamericano y lo moldea a lo largo de toda la cinta, y podemos apreciar en él una evolución. Puede que sea hasta el momento su mejor personaje y su mejor interpretación. Porque para dar saltos en plan Bourne los da mejor un canguro. Así que discrepo de mi estimado Eulez. A medida que avanza el metraje podemos apreciar como se va distanciando de las posturas racistas, tanto de su familia real como deportiva, y como poco a poco a través de los hechos acaba mostrándoles a todos que otra realidad es posible.

LO MEJOR:
Eulez: A pesar de lo que pueda decir aquí, la película está bien realizada. Clint domina el arte de dirigir películas y lo que podría ser un pufo insoportable se convierte en algo, al menos, agradable de ver.
Alfie: Como bien dice mi estimado Eulez el filme se deja ver, pero eso no significa que sea bueno. Yo creo que su resultado global es un tanto irregular, pero como no puede ser de otra manera hay momentos llenos de brillantez como la escena del avión, que no os cuento de que va, pero que es realmente inquietante, está magníficamente planteada y funciona con la misma perfección que el mecanismo de un reloj suizo.

LO PEOR:
Eulez: Lo que ya he contado. Además del argumento simplón, y de las interpretaciones básicas de Damon y Freeman, habría que añadir que el resto de personajes no aportan absolutamente nada, que no se profundiza ni en la figura de Mandela ni en la situación del país, etc, etc. Que en definitiva, la película es muy aburrida y totalmente previsible. La escena del partido de rugby de la final se hace insufrible por larguísima: además de las obligadas escenas deportivas de los musculados y testosterónicos jugadores, nos encontramos con interminables planos, una y otra vez, de gente con la boca abierta y los ojos llenos de emoción delante del televisor como si fuesen subnormales. Mención aparte las escenas del estadio donde se celebra la final, en donde el público asistente solo sabe cantar lo de “Olé, olé, olé” y moverse como si se tratasen de las figuras de cualquier simulador deportivo por ordenador. Aunque supongo que aquellos que sean apasionados del rugby lo encontrarán todo emocionante y magnífico. Ah! También les gustará a aquellos que todavía se emocionen con las aventuras épico-deportivas de “Oliver y Benji”.
Alfie: Lo tengo claro que lo peor es que Clint Easwood no se haya cogido el guión de Peckham y lo haya pulido un poquito, porque para contar tanto en tan poco y conseguir que no se le mueva la lentilla al respetable mientras visiona el metraje es un enorme reto. Que obviamente no consigue superar con este “INVICTUS”. Hacía mucho que no hacía un largometraje tan mediocre, y que posee tufillo a telefilme de cuatro de la tarde desde el minuto quince hasta el final, convirtiendo lo que podía haber sido un gran biografía en un pastelón, porque Clint Eastwood se rinde por completo ante las dos figuras, la deportiva y al política, y no les saca ni un defecto. Y qué queréis que os diga, alguno tendrían porque humanos son.

CALIFICACIÓN:
Eulez:
y por ser generoso. Me parece la peor película de Eastwood de la última década. Desde “Cowboys del Espacio” el director norteamericano no había hecho nada tan obviable.
Alfie: 