DAVID FINCHER-ENTREVISTA

Que «La red social» es la película del momento, esa es una verdad incuestionable; al igual que David Fincher es un director que le encantan los proyectos arriesgados, en su haber tiene «El club de la lucha», «Zodiac» o «Seven», y se mantiene fiel a ese constante cambio de ritmo y rumbo…

P: Esta película, al menos a primera vista, supone un nuevo rumbo para ti. En tus películas anteriores no has trabajado con personas cuya forma de expresión primaria sea verbal. ¿Te gustó eso?
DAVID FINCHER: Estuvo bien, pero sinceramente no sé qué es lo que se supone que tienen que hacer los directores si no es otra cosa que lo que el guión pide. Así era el guión, y eso era lo que se necesitaba. ¿Se supone que tienes que aferrarte a tu esquina del tablero del Monopoly? ¿Se supone que tienes que decir, Yo soy Park Place y esto es lo que hago? Eso me parece bastante aburrido. El lenguaje es lo que está delante, pero lo que apoya ese lenguaje es la boca de donde sale, la ropa que lleva el cuerpo de la boca que habla, las casas y las habitaciones donde habitan esos cuerpos. Para mí lo fácil sería coger un par de sillas Aeron y unos cuantos ordenadores, y que los chicos escupan el diálogo como tengan que hacerlo. Pero lo complicado es intentar insertar al espectador en el mundo de la película, y hacerlo de tal forma que le resulte lo más natural posible. Yo sabía que tenía que lograr todo el entorno: dónde se encuentran estas personas, qué llevan puesto, todos esos detalles, todo tenía que encajar en Harvard, y tenía que encajar con estos críos y con sus conocimientos. Lo divertido fue no sólo encontrar un puñado de actores que fueran brillantes y divertidos de ver y que supieran decir el diálogo, sino también forjar todo un mundo a su alrededor que les hiciera parecer la clase de críos que realmente dirían esas cosas.

P: Un mundo en el que los sucesos de la historia son posibles.
D. F.: Sí, pero también un mundo en el que son esenciales. Inevitables.  Quieres  construir el drama — la inevitabilidad del hecho de que estos chavales no pueden ser amigos o el hecho de que van a tener que repartir el botín – al mostrar el lugar del cual todos provienen, con la mala calidad de los muebles prefabricados, las sábanas que pican, las alarmas contra incendios en el centro de la pared y las chimeneas que no funcionan. Mucha gente cree que Harvard es como Camelot o Hogwarts – pero no es así. Claro que Harvard es antiguo y señorial, pero físicamente es un lugar muy raro, colonial, medio remodelado, donde cada 10 o 15 años ponen más conductos en las paredes y poco a poco se va cayendo a trozos. Visualmente, estos chicos en cierto sentido vienen de la nada. Independientemente de cómo habrá sido su contexto familiar – y estoy seguro de que los Winklevoss vivían bien – lo que procuras es encontrar un terreno llano donde todos se puedan encontrar. Todos están observando las fortalezas y los déficits personales de los demás pero tú realmente no estás al tanto de eso.  No ves a los Winklevoss en un anuncio de mostaza Grey Poupon. Y eso era estupendo, pensé.

P: ¿Al leer el guión supiste en seguida que éste sería tu planteamiento?  ¿Sabías cómo lo harías desde el principio?
D. F.: No.  Insisto, no es que “sepas” cómo hacerlo—yo no tengo un mapa que me diga cómo llegar, no tengo necesariamente que conocer el camino por el bosque – pero sí sé a dónde quiero llegar. ¿Sabes lo que quiero decir?  No es como si lo vieras y dijeras, Vale tengo que dirigirme hacia el este y luego recortar—esa es la realidad que te encuentras en el día a día – pero puedes ver el monte Kilimanjaro en la distancia y puedes saber más o menos dónde está.  Puedo ver y sentir que conozco a estos chavales – parte de mí es como este, hay otra parte de mí que es como este otro. Conozco a gente así y sé lo que es estar tan enfadado con alguien que has conocido durante mucho tiempo y sé lo que es tener esa conversación en la que dices, Hasta aquí hemos llegado.  Cualquier director que diga que ve toda la película en su cabeza es un mentiroso.

P: A diferencia de otras películas que has hecho anteriormente llegaste a esta película cuando el guión estaba prácticamente terminado – y sin embargo es muy evidente que es una película de David Fincher. ¿Cómo lo conseguiste?
D. F.: Yo veo mi trabajo, en primer lugar, como el de un intérprete. Coges la palabra escrita e intentas que tenga sentido en términos de dónde se sitúan ciertas personas en el espacio, dónde están en el cuadro, dónde están enfocados. No lo veo como  Dios mío tengo que encontrar un guión en el que el protagonista sea del condado de Marin y se haya criado en los años 70. Sería igual de aburrido para los actores hacer sólo lo conocido. Creo que cuando llegas a una situación como ésta dices: Aquí está esta situación y está este grupo de personas – ¿qué sé yo y qué entiendo yo de todo esto? ¿Qué puedo aportar yo a esta situación en concreto? Yo he sido Mark Zuckerberg – hay momentos en mi vida en los que me he comportado así. Hay momentos en mi vida en los que he sido Eduardo Saverin – en los que he montado un numerito y luego lo he lamentado, en los que he estado con las emociones a flor de piel y me he sentido estúpido. Y hay momentos en los que me he sentido moralmente superior y me he comportado de otra manera. Ves el conjunto y formas como una colcha de patchwork con aquellas cosas con las que te puedes identificar – el aspecto que tenía algo, la sensación que daba aquella otra cosa en un momento concreto – y sobre eso empiezas a construir. Y luego te metes en ello y consigues un buen grupo de gente que aporte su parte y lo encajas todo. No creo que haya forma de no poner tu estampa en una película porque básicamente estás editando formas de comportarse. Ese es tu trabajo. Básicamente estás respondiendo a ciertas conductas, diciendo Eso me lo creo o eso no me lo creo – así que es inevitable, vas de alguna forma básica, a influenciar cómo se comportan las personas.

P: Como director, ¿es eso lo que hace que cada película sea personal para ti– o es algo único a esta película?
D. F.: Mira, lo que hace Mark no dista mucho de lo que es dirigir una película – es lo que hago yo todos los días para ganarme la vida. Creces un proyecto, y tu trabajo es crecerlo bien y asegurarte que otros lo mejoran y lo cuidan. Ese es el tema de la película. Y si tienes que herir los sentimientos de otras personas para protegerlo entonces es lo que tienes que hacer. Es una responsabilidad. Quieres ser capaz de querer a cada personaje de la película. Quieres ser capaz de comprenderlos. Quieres ser capaz de ver lo que son, ver su humanidad. Quieres poder identificarte con ellos. Pero como director, inevitablemente relacionas el comportamiento de los personajes con momentos de tu propia vida. Ves tu trabajo y dices, Puede que sí sepa de lo que va esto.  Yo he sido el joven enfadado.  He sido Elvis Costello.  Sé lo que se siente. Sin duda sentí que podía identificarme con la ira – la idea de tener 21 años y tener una idea bastante clara de lo que quieres hacer o lo que quieres decir y encontrarte después con toda este gente que te dice, Ah bueno, nos encantaría, nos encantaría que lo intentaras. Enséñanos lo que quieres hacer. Es todo ese rollo condescendiente  de tener que pedirles permiso a los adultos porque perciben que eres demasiado joven para hacerlo por ti mismo. Y por eso comprendí la frustración de Mark. Tienes una visión de lo que debería ser y todos te dicen: Ah bueno eres joven. Ya verás.

P: La película, en cierto sentido, es un testamento a la ética de trabajo de Mark – su implacable capacidad de ejecutar esa visión.

D. F.: Exacto.  Lo que hace Mark es lo que no hace nadie más en la película y él es el que cosecha la recompensa – pero también paga el precio. Él era el que decía ¿Publicidad? No sé yo – esa es una forma de hacerlo pero no sé si es la única. Y estoy totalmente de acuerdo con eso.

P: ¿Qué dice la película acerca del éxito? ¿Tal vez algo relacionado con el momento en el que tu fantasía del éxito coincide con el éxito verdadero?
D. F.: El simple hecho de imaginar la clase de éxito de la que habla la película me cuesta bastante.

P: Pero tú tuviste éxito de joven.
D. F.: Lo asemejo un poco a la fraternidad del forastero que existió en un momento puntual con una empresa comercial que comencé cuando tenía 25 años. Ese sí que era un grupo de personas que se juntaban porque no lograban encontrar representación, porque no podían hacer el salto de ser directores de videos musicales a ser directores de anuncios publicitarios por esa pescadilla que se muerde la cola: No lo puedes hacer hasta que no lo hayas hecho.  Pero hasta que no lo hagas no lo has hecho. Nadie nos iba a dar nuestra oportunidad. Era un momento en el que estábamos con Propaganda, en ese momento en el que los videos musicales crecieron en popularidad hasta convertirse en parte de la cultura general, y los publicistas buscaban el look MTV. Sin duda hubo un momento en el que todos pensamos, Nadie en Pepsi nos va a decir que lo que estamos haciendo no va a vender discos o refrescos o zapatillas de deporte. Vamos a seguir haciendo lo que estamos haciendo hasta que el mundo gire y nos rueguen que vengamos a hacer anuncios de televisión para ellos. Aunque el ímpetu para estar en MTV era que nadie nos contrataría para hacer anuncios de televisión. Así que comprendo lo que es intentar asegurarse un puesto cuando estás al margen, esperar que el sol ilumine tu parte del mundo. Y creo que hay un poco de eso en Mark – él vio que si vinculaba todas estas cosas la gente podría tener esta especie de conexión  inmediata, igual que lo hicieron los móviles. Eso es lo que es – es la inmediatez de un móvil y la fabricación de la imagen propia.  Esto no es lo que soy. Esto es lo que yo quiero que veas y pienses que soy. Es Narciso.

P: ¿Tu experiencia con Propaganda te motivó a querer hacer esto?
D. F.: Sin duda me ayudó a la hora de comprender a Mark y a esos chavales – pero fue antes que eso. Me gradué del instituto en 1980 – y durante tres años todos se pasaban los fines de semana viendo películas en cintas BetaMax y VHS. Tenías esas pequeñas fraternidades de personas que son los cineastas del futuro o los aspirantes, todos veían películas con la tecnología que existía en ese momento, todos pensaban  No tenía que haber hecho eso, tenía que haber hecho esto otro. Aquí lo hizo mal y lo malo de la historia es esto, y por eso está fatal la iluminación y por esto otro esta idea pudo ser genial pero no lo fue. Cuando eres joven vas y haces todas esas cosas. Y luego finalmente te llega tu oportunidad. Llega tu turno. Así que me podía identificar con esa idea, pero yo no fui a la universidad. No he tenido la experiencia de vivir en la universidad. No he tenido la experiencia de estar en una fraternidad. Pero sí que he tenido mi propia residencia y mi propia fraternidad. En mi vida he sido parte de muchos grupos creativos, todos muy diferentes, compuestos de jóvenes que tenían ideas tecnológicas, o de cine, o de contar historias. Yo conocía ese mundo, y sentía que este proyecto también se adentraba un poco en ese terreno. Me pareció que también hablaba bastante acerca de la tecnología en la era de la información, y a dónde nos ha llevado en cuanto a la innovación se refiere. Estamos hablando de un mundo que ya no requiere que mano de obra ni una fábrica para lanzar un producto.  Alguien se puede meter en la habitación de su residencia universitaria con una caja de Red Bull y salir un par de semanas después con un beta de algo que estará en seis cientos ordenadores en nueve días, y en seis cientos millones en seis años.

P: Mark, por ejemplo, va de estar al margen a estar en la corriente mayoritaria.
D. F.: Él es el dueño de la corriente mayoritaria. Él es la corriente mayoritaria. Él es el portal a la corriente mayoritaria.

P: Sí, no se puede llegar a la corriente mayoritaria sin él. ¿Eso es bueno para él? ¿Qué quieres que sintamos nosotros al respecto?
D. F.: Yo no quiero sentir nada al respecto. No creo que sea  necesario para la historia. Creo que es irónico. Creo que es irónico que la creatividad tenga que producirse al margen. Tiene que producirse al margen. El cambio creativo ocurre al margen de todo. Siempre está al límite, al margen, y luego lo adopta la manada. Y creo que es irónico que un chaval al que aparentemente le cuesta comunicarse con los demás haya inventado una de las más grandes herramientas para comunicarse con las personas.

P: ¿La incapacidad de comunicarse es la que motiva a Mark?   Mark dice Yo he creado esto y no me voy a deshacer de él – y nunca estará terminado. ¿Qué hay detrás de eso?
D. F.: Creo que hay ira o la sensación de no ser apreciado—o más bien ira por no sentirse apreciado, o por lo menos por los motivos correctos o por no sentirse tan apreciado como Mark siente que debería sentirse. Y creo que eso es muy humano y todos lo sentimos.  Todo el mundo piensa, Sabes, no sé si mis padres me apreciaron lo suficiente. No sé si mis hermanos me apreciaron lo suficiente. No sé si mis amigos me apreciaron lo suficiente. Esta historia muestra una visión un poco más exagerada de ese sentimiento, pero—como se relaciona con la noción de Mark de nunca querer terminar algo – creo que esa simplemente es la realidad de la invención en la era de la información.  Nada puede salir de la línea de producción y ser la responsabilidad de otra persona sino que va a residir en un ordenador y proporcionar una relación continuada con ese usuario y esa base de usuario y creo que Mark brillantemente comprendió esa realidad que pocas personas han podido comprender. En la era de la información Steve Jobs tiene una relación no sólo con sus diseñadores de producto sino también con todas las personas que compran su producto por mucho más dinero que otras versiones competidoras. Y eso se debe a la relación que él tiene con el diseño – la relación que tiene con todo el mensaje, la relación que tiene con el empoderamiento de ser el dueño de estas cosas. Steve Jobs es un ejemplo de esto y Bill Gates no lo es. Y creo que eso es lo que Zuckerberg quiere ser, y creo que eso es en lo que Zuckerberg se ha convertido.

P: ¿Paga Mark algún precio por aquello en lo que se convierte?
D. F.: Creo que el precio que paga Mark es que, con cada montaña cada vez mayor que ha sido capaz de escalar — de 500 adoptantes en un primer momento a 500 millones de adoptantes más adelante – tiene la obligación de entender la asombrosa responsabilidad de que tus sueños se hagan realidad. Aprende que – si quieres ser realmente bueno en algo – en la próxima etapa del maratón tienes que rebajar unos cuantos segundos, tienes que estar un poco más delgado, tienes que ponerte un poco más fuerte. Y eso es lo que Mark hará – al final, ves a un chico que tiene un millón de usuarios, pero eso significa que él se tiene que quedar hasta tarde cuando todos los demás se han ido a celebrar.  Está solo.  Consiguió lo que quería – pero al final sigue igual de solo que en la primera escena de la película.

P: ¿Cuáles son los ‘segundos’ que consigue rebajar Mark — Eduardo y Sean y los  Winklevoss?
D. F.: Creo que de todas las personas que conoce Mark, Sean es el que más se acerca a su alma gemela respecto a lo que Mark intenta conseguir, pero creo que ninguna de esas personas que mencionas están dispuestas a trabajar tan duro, a pensar tanto tiempo, o a pensar con la profundidad y dedicación sin interrupción como lo hace Mark – y por eso él es Mark Zuckerberg.

P: ¿El simple hecho de tener la visión excusa tu comportamiento?
D. F.: Sólo si tienes razón. Una de las cosas que siempre me impactaron de este material es que trata de alguien que persigue su propia idea de la excelencia o su propia idea de propósito. Es Galileo, pero Mark es el único que lo ve. Tal vez sus propios déficits sociales hacen que de alguna manera tenga que creer que hay un futuro en el que puedes conectar con gente de esta manera diferente—pero también creo que en cierta forma la vida frecuentemente te dice que la cosa que te va a matar es precisamente aquella que hace que seas quien eres.

P: Precisamente esa es la pregunta – ¿la brillantez conlleva ciertos derechos?
D. F.: Sí, de alguna forma—pero también conlleva una responsabilidad increíble, y eso es lo que descubre Mark. Mark se toma muy en serio la responsabilidad que tiene con su creación, pero también la responsabilidad que tiene consigo mismo – algunos dirán que no se tomó con suficiente seriedad la responsabilidad que tenía con los demás. Pero tenemos tantos artículos que dicen: Es ridículo pensar que Eduardo y yo éramos mejores amigos como artículos que dicen lo contrario. Claramente la película no dice que Mark piensa que Eduardo es su mejor amigo.  La película sí dice que eso es lo que Eduardo cree que piensa Mark de él. Nunca queda claro que es mutuo.  Si Eduardo se olvidara de lo que dice la gente y se concentrara en lo que hacen, se daría cuenta que realmente no importa mucho lo que ninguno de los dos digan de su amistad. El hecho es que eran chicos jóvenes que intentaban alcanzar la misma meta en el mismo momento en la misma habitación, independientemente de las responsabilidades que tuvieran el uno con el otro, en algún punto su camino se bifurcó. Es traumático porque uno de ellos se queda atrás.

P: ¿Quién traiciona a quién en la película?  ¿Traiciona Mark a Eduardo o acaso es Eduardo el que traiciona a Mark?
D. F.: Creo que ambos se traicionan el uno al otro – nunca lo vi tan claro que fuera Mark el que sega la hierba bajo los pies de Eduardo.  Creo que Eduardo es incapaz de imaginar. No puede imaginar que esta cosa pueda valar mucho o incluso ser rentable si no vende publicidad, y creo que en ese momento se bifurcó su camino. Fue por la incapacidad de imaginación de Eduardo. Y respecto a los Winklevoss, nunca se incorporaron, se quedaron en el carril de aceleración.

P: Existe todo un tropo de películas americanas en las que los Winklevoss son los héroes y Mark el villano – y en cambio en esta película Mark es el héroe y los Winklevoss son los villanos.
D. F.: Lo único que puedo decir es esto: a la hora de dirigir las escenas de la declaración, literalmente le decía a los que estaban sentados a un lado de la mesa, Esta comadreja os ha timado y está sentado en la silla en la que tú deberías de estar y sin ti, él no es nada. Y luego daba la vuelta y me dirigía a los que estaban sentados al otro lado de la mesa y les decía, ¿Realmente crees que Facebook tendría un valor de 15 mil millones de dólares si te hubieran aceptado en el Harvard Connection? Mira a esos miserables. No hay nada, ningún botín que repartir, si no fuera por el duro y brillante trabajo de Mark Zuckerberg. Míralos, ahí están con sus trajes de Brooks Brothers, petulantes y con aires de suficiencia, procurando sentarse a tu mesa.

P: Pero haces todo lo posible por decir que Mark no está en esto por el dinero — ¿si no es por eso entonces por qué?
D. F.: Creo que Mark está en esto para realizar su sueño, que es construir un aparato que le permita conectarse con el mundo de una forma en la que es incapaz de hacer en su propia vida.  La gente habla de que Mark está en el límite de tener el síndrome de Asperger, de su horrible estilo de relaciones públicas, pero creo que Facebook necesitó a alguien con esas limitadas habilidades sociales.  Si vas a crear un aparato como Facebook, tienes que comenzar con alguien capaz de comprender lo difícil que es comunicarse. Esa es la progresión.

P: ¿Qué piensas de alguien que diría que no es justo hacer una película de este chaval que hizo todo esto a los diecinueve años cuando todavía no tenía criterio para comportarse mejor?
D. F.: No lo sé. Mira, no creo que nadie que haya estado involucrado en esto jamás haya pensado que estábamos afilando los cuchillos para lazárselos a Mark Zuckerberg. Creo que pensábamos que era un personaje impactante e interesante para una película – al igual que lo es Travis Bickle y al igual que lo es Rupert Pupkin, y el narrador de El club de la lucha.

P: Y también podrías decir Charles Foster Kane.
D. F.: Sí, exacto. Y lo diría. Creo que los dos son correlativos. Lo que pudimos recoger de los vídeos de YouTube y las entrevistas de 60 Minutos es que Mark Zuckerberg es un hombre joven, era un hombre muy joven en el momento en que esto realmente explotó. Pero indudablemente no es un chico que hace todo lo posible por congraciarse con los demás. Así que no sé cuánto de lo que se ve realmente es él. No sé cuánto es juventud y no sé cuánto se debe a una carencia de socialización.

P: Entonces, ¿es la tormenta perfecta? ¿Esta necesidad cultural de Facebook, la necesidad empresarial, y la visión de un chaval de diecinueve años que de alguna forma se encuentra tipificando la experiencia de un incipiente usuario de Facebook, todas colisionando al mismo tiempo?
D. F.: Yo no oí hablar de Facebook en sus comienzos, cuando era un rumor, o un susurro furtivo. Cuando yo me enteré de Facebook se había convertido en una inevitabilidad. Así que no puedo hablar de ello como uno de los primeros adoptantes. Cuando yo lo conocí ya estaba por todas partes, como las tiendas K-Mart. Pero ahora hay muchos portales en tu vida – hay puertas y ventanas que te permiten salir de tu habitación y asomarte al exterior, y la facilidad de esta tecnología ha progresado al punto de que tienes acceso a una ventana y una puerta nueva, y no te permite ver solamente tu propia parcela, sino una parcela en Uzbekistán. Te permite ver la puesta de sol en Egipto, y es asombroso, el hecho de que con tanta facilidad puedas tomar en ese instante una foto con tu móvil, que siempre está contigo, y momentos después, se lo puedas enviar a alguien que está en la otra punta del planeta y decirle: Ésta es mi experiencia ahora mismo. Sin esa chispa, no tendrías el fuego que es Facebook. Pero la relación que pueda tener eso con gente que dice: Dios mío, ya ni me acordaba de ti, éramos vecinos en segundo de primaria, pues aún no lo sé. Con todos esos ingredientes  y la vorágine de la colisión de esas fuerzas, sí que creo que Mark descubrió algo – y no cabe duda de que en cierta manera está vinculado al narcisismo americano: la necesidad de estar en la portada de tu propio Rolling Stone.

P: ¿Crees que Facebook  tiene valor?
D. F.: ¿Qué si creo que vale 25 mil millones de dólares?

P: No, ¿que si crees que Facebook es fundamentalmente algo bueno o malo?
D. F.: Creo que, como cualquier cosa que sea tan flexible y poderosa, obviamente tiene de los dos – es corriente alterna, sesenta veces por segundo. Es como el teléfono móvil. ¿Los móviles son buenos o malos?  Pues no – gracias a Dios que los tenemos, pero ¿pasamos demasiado tiempo al teléfono?  Crean la impresión en mentes que no quieren profundizar mucho que de alguna forma todos estamos conectados por todas partes, cuando en realidad lo único que hacemos es conducir y llenar nuestras vacías vidas con, “¿Ey, qué ha pasado?” “Nada.” “Vale, te llamo luego” “¿Qué haces?” “Nada, y ¿tú qué haces?” “Nada.” Tenía un amigo que dijo una gran frase. Le pregunté, “¿Ya tienes una dirección de email?” y contestó: “Qué va, a mí no me va mucho el Internet.” Y le dije: “¿Por qué?” Y respondió él: “No me gusta el radio de banda ciudadana que se teclea.” Y pensé que ésa era una forma interesante de verlo: radio de banda ciudadana que se teclea.

P: ¿Pero acaso no está utilizando Mark el ordenador de un modo que va más allá de eso?  ¿Te podías identificar tú con el elemento de piratería informática?
D. F.: Para ser sincero, no me identifico necesariamente con eso – realmente no conozco a ningún pirata informático – pero yo veía a Mark como Banksy. Yo lo veía como un desconocido artista de grafiti. Alguien que se veía a sí mismo como una amenaza para la sociedad, de manera casi divertida. Comprendo que haya gente que se fije en la intrusión y la difusión y otras ideas así pero realmente yo no me identifico con eso, más bien me identifiqué con la idea de un artista de grafiti. Mucha gente ha hecho películas acerca del Internet. Existen un montón de pelis malas de ordenadores que aspiran a alguien y les pone la vida patas arriba – hay mucha tontería de esa clase. Creo que la única forma de hablar de esta idea del emprendedor web es hablar contundentemente del coctel molotov del pirata informático. El primer acto de nuestra historia es un chaval que programa un facebook en Harvard y dice: Espera un momento, a la gente le atrae esto – y lo lanza y comienza algo totalmente diferente que se convierte en algo tan omnipresente como el Big Mac. Ahora yo creo que la programación y la piratería es parte de la historia pero creo que no es esencial – es esencial si estamos hablando de Mark Zuckerberg, creo que es esencial cuando hablamos de Sean Parker. Pero creo que por seguro no tiene nada que ver con los Winklevoss.

P: ¿Ni con Eduardo?
D. F.: Correcto. Creo que Eduardo dijo: Démosle a la gente lo que quiere. Y creo que Mark es el que dice: Me interesa hacer algo así, y dio por casualidad con algo que podría querer la gente, y fue capaz de verlo como el siguiente paso. Mientras que el chico que sólo pensaba en darle a la gente lo que quería no fue capaz de verlo.

P: Y como consecuencia Mark se reinventa a sí mismo así como lo hizo Sean Parker — entonces, ¿cuál es la diferencia entre Mark y Sean?
D. F.: Yo veía a Sean Parker como un veterano de todo el mundo de inversiones de riesgo. Es un veterano que ha sufrido los abusos de los que financian tus sueños. Es el hermano mayor que ha lo ha vivido antes. Yo lo veía mucho más como Wally que como Eddie Haskell. Lo veía como el hermano mayor de tu amigo cuando eras pequeño, aquel a quien tú admirabas porque te decía: No te preocupes por esto ni por aquello. Esto es lo importante.

P: ¿En cierto sentido sirve Sean Parker de advertencia para Mark? En otras palabras, todas las cosas de Sean que lo llevaban continuamente a intentar destruirse, es lo que vemos que Mark no hace.
D. F.: Es el nacimiento del gen del director ejecutivo en Mark. Pero yo veía a Sean como un chaval  – tal vez no sea una dependencia química – pero sin duda la debilidad de Sean es que le gusta el buen comer, el buen beber, una buena amistad. Yo lo veía como Jedediah Leland. Lo veía como el tipo que tienes que tener a tu alrededor, ese que te dice: No, se fiel a ti mismo. Y por eso de ser fiel a sí mismo, se convierte un poco en una carga.

P: Una de las cosas de la película que hace que simpaticemos con Mark es que el mundo a su alrededor va demasiado deprisa. Es incapaz de mantenerse al día con lo que ha creado. ¿Cómo lograste esa sensación visceral de que todo se mueve a un ritmo tan implacable?
D. F.: No sé si conscientemente cogí todo lo que estaba pasando frente a la cámara en cuanto al comportamiento y lo superpuse al acelerado mundo en el que vivimos. No puedo decir que lo haya utilizado conscientemente como el papel cuadriculado en el que dibujo. Para mí se trata de lo rápido que puedas ir siempre que la audiencia comprenda de lo que estás hablando. Ese es Frank Capra.  La idea es: No seamos aburridos.  Si tienes que hacer eso de los gemelos de Tú a Boston y yo a California – que es lo que hicimos con los Winklevoss – parte de lo que crea la impresión de que son dos personas diferentes es el grado en el que son capaces de terminar las frases que comienza el otro y cómo se interrumpen. No es tanto la proximidad entre ellos sino más bien cómo la forma de hablar de uno encaja harmoniosamente con la idea del otro por lo familiarizados que están con el dialecto del otro. Rápidamente se dan cuenta a dónde se dirige la frase del otro y pueden pasar al próximo tema, saltando por encima del otro. Para mí eso tenía algo que ver con la velocidad. El efecto del texto, y esta híper indignación moral, requerían un ritmo y una velocidad. En la primera escena de la película vemos a una chica que le dice a Mark, Me cuesta mucho seguir lo que me estás contando. Así que evidentemente él tendría que estar hablando muy rápido; de otra forma no tendríamos ningún respeto por esta chica, y de hecho la respetamos mucho porque ella es la que luego vuelve y pone las cosas en orden.

P: ¿Qué tal la experiencia de dirigir a chavales de esta edad? ¿Cómo se diferencia de dirigir a Cate Blanchett, Brad Pitt o Ed Norton?
D. F.: Es muy divertido. Por supuesto, tiene mucho mérito tener los recursos adecuados y las capacidades necesarias que vienen de haber hecho 15 o 20 películas y que Hollywood gire alrededor de ti. Tiene mucho mérito que alguien aporte todo eso, pero también hace que la situación para esa persona sea muy diferente y haya más presión, cuando cuentas con alguien en tu película que hace que la película avance. El día a día de un actor así es muy diferente que para un actor que tiene que ser considerado parte de un reparto. Es como American Graffiti – ves la película y dices, No creo que Richard Dreyfuss haya estado alguna vez mejor, pero en ese momento y en ese lugar Susanne Somers nunca había estado mejor.   Ron Howard nunca había estado mejor. Es genial encontrar personas que están en ese cruce de caminos donde ya no son chavales, y están intentando encontrar su camino y definirse a sí mismos. También diré otra cosa que resulta muy interesante: yo entré en esto diciendo: pase lo que pase, no pienso contar con ninguno de esos críos de Disney, y resulta que todos son críos de Disney, ¡y todos son geniales!  Gracias a Dios por los críos de Disney porque son alucinantes. Gracias a Dios por los Justin Timberlake y las Brenda Songs del mundo, y Joe Mazello, quienes se han criado en sets de películas.  ¡Y Jesse!  Y Andrew.  Andrew actuó en su primera película cuando tenía unos nueve años o algo así. Más o menos me había dicho a mí mismo: No voy a ir por los mocosos malcriados del cine ni de la televisión – pero ahora tengo que decir que estaban tan preparados. Lo hicieron de maravilla. Sabían trabajar y punto. Quieres tener gente que lleguen a esto y digan: Ya sé lo que hacer con esto, y luego quieres tirarlos por la colina.  Quieres llevarlos al borde y tirarlos para que encuentren otra cosa que no sea la idea preconcebida de lo que son.  Y sin embargo, la razón por la que escogimos a Andrew, por ejemplo, es porque además de su increíble capacidad, es muy humano. Es un chaval que se hiere, es un tío al que realmente le importan las cosas – así que sea como sea que fuéramos a perder nuestro camino, él es chico que lo sentiría. Y lo mismo ocurrió con Justin. Mi mayor problema con todos los actores que consideramos era que pensaba: Necesito a alguien que comprenda el mundo como lo hace un agente, o como lo hace un productor de música – que sepa lo que es unir a dos personas y saber que va a ver una anualidad. Eso se lo podrás repetir y repetir a un actor, pero si no lo capta, si no tiene ese brillo en los ojos de saber aquí se puede ganar dinero, que esas dos personas se tienen que llevar bien y que ahí está el fruto de mi esfuerzo – jamás lo comprenderá. Normalmente no me suelo preocupar demasiado con el aspecto físico, pero queríamos ser más o menos fieles a las personas reales de carne y hueso – pero sobre todo, para mí valía más la sensación que me daban. Y en cuanto a dirigir a veinteañeros, Dios mío, fue fantástico.

P: Parece que todos, en cierto sentido, están interpretando por lo menos algún que otro aspecto de sí mismos.
D. F.: Quería encontrar algo humano en cada uno de ellos y jamás concebí a Mark como el villano. No veo a Sean como el villano. No veo a los gemelos Winklevoss como los villanos. No veo la ausencia de imaginación de Eduardo como villanía. Los miro a todos y pienso, son críos, van a cometer errores. Van a involucrarse en lo correcto por razones correctas, y van a salirse de lo correcto por razones incorrectas. Sencillamente ocurre así. Así que la cuestión era encontrar a personas que quisieran trabajar, que estuvieran dispuestas a divertirse y experimentar, a no saber lo que iban a hacer.  Una vez que decidimos lo que íbamos a hacer, supimos que no tendríamos más opción que ser diferentes, arriesgar y jugárnosla.

P: ¿Así ocurrió con Trent?  ¿Podrías contar cómo surgió esa colaboración?
D. F.: Bueno, yo conocía a Trent de mucho tiempo atrás y habíamos hablado de la idea de trabajar juntos. Y bueno, sé cómo suena esto y lo digo en broma, pero todas las bromas tienen algo de verdad – realmente veía a esta película como el Ciudadano Kane de las películas de John Hughes y en mi cabeza escuchaba la música como si viniera de una de las películas de John Hughes. Lo escuchaba como una especie de payasadas de sintetizador. Pensé que el sintetizador sería el instrumento perfecto para el mundo del Internet – su murmullo, su zumbido, su neumática y el encendido, y todas cosas que tienen ruidos tan extraños. Y luego me puse a pensar acerca del crujido de eso interactuando con algo que haces tantas horas al día – pensar en el aspecto que tienen tus ojos y tu piel cuando has estado tanto tiempo sentado frente al ordenador. Sientes esa sensación muerta e irradiante y pensé que el único que yo conocía que podría comprender eso y saber cómo utilizar sintetizadores y hacer que fueran operáticos – y también entender la excitación de ser el nerd desconocido– era Trent Reznor. Así que lo llamé y me dijo que no – pero seguí insistiendo y finalmente le dije: Por algo tengo la fama de ser pesado. Tienes que venir y dejar que te enseñe algo de la película para que comprendas lo que es esto, porque una cosa es leer el guión y una cosa es discutirlo, y otra cosa es verlo. Así que vino y le enseñamos un par de escenas y al final dijo: Cuenta conmigo – comprendo de lo que habláis. Creo que también estaba cansado en ese momento y pienso que sentía que de alguna forma tendría que llevarlo – y creo que cuando vio las secuencias pensó: Vaya, sólo tengo que interpretar el envoltorio sónico de esto. Necesito ayudar. No tengo que hacer el pastel – sólo tengo que decorarlo.

P: Pero en otro nivel, la música es totalmente inesperada. Hubiera sido fácil imaginar para esta película un pulso musical a lo Phil Glass y no lo habéis hecho así.
D. F.: Así es.  Tangerine Dream. Lo discutimos pero al final sinceramente no conocía a nadie que tuviera más talento que Trent.  La gente no se da cuenta de que tiene un sentido del humor alucinante y que es increíblemente irónico y yo pensé que él comprendería la ironía de su participación.

P: Lo que más llama la atención de su participación en la película  es su primera pista. Llevar ese viaje desde la ruptura hasta Facemash y hacer que ese viaje básicamente describa la soledad en vez de la energía es una decisión enormemente audaz y valiente.
D. F.: Sí, y tiene de ambas cosas. Tiene esa especie de aullido por debajo que te deja saber que alguien se está llenando de odio e insultos y a la misma vez proviene de un lugar diferente. Esa pista no se escribió para ese momento – básicamente escribió quince o dieciséis fugas de ocho o nueve minutos cada una y nosotros las cogimos y las empezamos a mover de un lado a otro diciendo: Bueno, esto parece encajar aquí y eso encaja allí. Él había visto la película y conocía la sensación del filme y sabía de lo que hablábamos – así que simplemente se puso a escribir y a reaccionar al material. Fue gestual, fue empático.  Atticus Ross y él nos empezaron a enviar cosas y nosotros lo probábamos aquí y allí. Y esa pieza en el piano que nos envió – recuerdo cuando la envió por email – y fue un gran boom. Fue escucharlo y decir: ¿Dios mío, qué es esto? Esto tiene que ir delante y ésta tiene que ser la pista de Zuckerberg – esto es él.  Claro que intentábamos evitar ponerlo en la secuencia del título porque tenía una pieza de Elvis Costello que quería poner para eso pero es que era tan evidente que la pieza era exactamente lo que necesitaba la secuencia.  Tenía una especie de corriente de ira y venganza y oscuridad y encima un piano intenso, infantil, simple y solitario.

P: Creo que ese es el momento en el que la estás viendo y piensas: Qué gran película– me pregunto si la llevarán hasta el final.
D. F.: Y sólo llevas nueve minutos de película. Una escena con esos dos planos en nueve minutos.  Es la sensación que tienes con la pista que acompaña la conducción al comienzo de El Resplandor, y la elección de usar a Ligeti en ese instante – te dice inmediatamente que ahí hay algo más que un hombre que viaja en carretera a un hotel. Sabemos que algo se está tramando.

P: La pregunta que permanece, que de alguna forma ha permeado toda la conversación es: ¿es verdad la película?
D. F.: Creo que puedes intentar recrear cada detalle, puedes asegurarte de que la gente lleve exactamente los mismos zapatos que llevaba Lee Harvey Oswald, puedes hacer todo eso pero al final, lo que va a ofender a todo el mundo es: Pero ese no es el punto de vista correcto. Lo estás viendo desde la perspectiva equivocada. Tendrías que verlo desde el punto de vista de la persona que se equivocó. O tendrías que verlo desde el punto de vista de la persona que ganó. Eso es lo que ocurre cuando haces algo que está basado en el mundo real – y el tema Rashomon es lo que me pareció realmente interesante. No estábamos ahí para intentar resolver algo. No estamos haciendo JFK.  Estamos haciendo una película en la que el punto es que estas personas no se llevan bien—el punto es que estos chavales eran amigos, en la medida que fuera, y que estaban ahí en el garaje al comienzo, cuando se fundó esta cosa. Y sea lo que fuera que ocurrió a medio camino, ocurrió. La película trata de cómo un grupo de personas se proponen hacer lo correcto todos juntos, y hacer lo correcto en base a una idea, y cómo al final deciden que no pueden, que no van a completar este camino juntos. Eso es lo importante. ¿Sería interesante esta película si la hubiéramos hecho igual y la hubiéramos llamado “Mugbook?” y si el personaje fuera Mark Birkenstock?  ¿Si la hubiéramos cambiado del todo, acaso hubiera aliviado eso las preocupaciones de las personas?  Creo que eso sería fundamentalmente inútil porque nuestro trabajo básicamente es decir: He aquí una serie de hechos en los que hay acuerdo. Y nuestra tarea era coger esos hechos y construir una verdad en base a ellos, o más bien, tres verdades.

P: ¿Te gustaron las perspectivas múltiples? ¿Te resultaron liberadoras?
D. F.: No, pensé que era esencial para contar la historia. No pensaba que hubiera otra forma de hacerlo. No lo hubiera hecho si se tratara de una banda de linchadores que persiguen a alguien. No me interesa hacer bajar unos cuantos peldaños a alguien que tiene éxito – sencillamente pensé que él era una fuerza interesante y emocionante. Pensé que considerando todas las historias – para tener el efecto Rashomon – sería necesario hacer una buena película. Porque si no, creo que la gente se aburriría. También está la idea que hemos hablado Aaron y yo de que no hay ninguna persona que sea sólo una cosa. Y toda la estructura de la película se convirtió en una forma de decir eso. De otra forma, sencillamente sería una película biográfica.

P: Hay muchas partes de la película en la que Aaron y tú estáis, en cierto sentido, en lados opuestos del espectro. ¿Importa eso?
D. F.: No.

P: ¿Por qué?
D. F.: Porque él tiene su visión propia de la juventud y de la invención. Para Aaron, la invención es una persona que está sola en una habitación y literalmente se da cabezazos contra la pared hasta que descubre algo, y luego se mueven sus dedos y aparece algo en la pantalla y pulsa la tecla de envío. Eso, para Aaron, es inventar – y para mí inventar es engañar a la gente correcta, y decir las cosas de cierta manera, y decirlo junto a una ventana de la forma apropiada, y que alguien tome una foto y luego coges eso y lo unes  con esta otra cosa. Así que la invención es para mí muy diferente de lo que es para Aaron, y pienso que la invención es algo diferente para Mark Zuckerberg y el resto de las personas de la película. Todos tienen su propia visión – sabes, puedes girarlo de formas muy diferentes, y  menos mal, de eso precisamente va la película.

P: ¿La perspectiva múltiple de estos eventos es la que permite que Aaron y tú no necesariamente estéis de acuerdo en lo que dice la película de los personajes? ¿A eso se debe que la película incluya el punto de vista de ambos?
D. F.: Sí, creo que es así pero también creo que el trabajo de un dramaturgo es esencialmente ser reduccionista. Se supone que Aaron tiene que destilar todos estos eventos. Así que incluso si Aaron estuviera escribiendo una historia acerca de este nerd – que no necesariamente es un tema que me atraiga por naturaleza—describió un personaje con el cual me podía identificar por completo. Discutimos acerca de por qué la película no podía tratar de vengarse de las chicas – no podía ser eso. Tenía que tratar de un momento en la historia y de una oportunidad que se presenta, una oportunidad que va mucho más allá de cualquier venganza, por muy deliciosa que ésta sea. Esa era la magnitud – estamos hablando de un crío que está haciendo algo que literalmente causará un fuego en todo el mundo y lo convertirá en multimillonario.   Así que ambas cosas incluyen a la otra: una de ellas es motivada por la ingle y la otra por la inmortalidad, y hay lugar para las dos. Creo que ambas ideas que teníamos los dos para la película se pueden entrelazar a la vez que se retiene el corazón dramático que la recorre. Una de las cosas que hace que Aaron sea tan genial es que puede decir: Aquí hay algo muy dramático y muy sencillo. Es un tío que se siente ofendido – ésa es la razón por la que hace lo que hace. Si no fuera así, ¿cómo se explicarían las entradas de su blog? Este personaje tiene arraigado un dolor muy primitivo y Aaron lo usa como punto de partida. Al final, el quid de la cuestión es que de todo lo que he visto y aprendido de Zuckerberg, parece ser un chico bastante listo que está en esto a largo plazo. Creo que aunque no tuviera la visión mundial y la perspectiva que tiene ahora, aún así tenía mucho más que lo que tienen la mayoría de los chavales de diecinueve años. Por seguro tenía mucho más que lo que tenía yo a los diecinueve.

Entrevista cedida amablemente por la distribuidora Sony Pictures España.

5 Respuestas a “DAVID FINCHER-ENTREVISTA

  1. Una extensa entrevista, realmente interesante.
    Muchas gracias por publicarla, y a Sony Pictures España por dejarte.

    PD: Desde el punto de vista de la tipografía te comento que ese azul dificulta muchísimo la lectura de las respuestas 😉

  2. Una entrevista espectacular…tenía ganas de leer algo dicho por Fincher ya que da la sensación que mucha de la promoción se la «ha comido» Aaron Sorkin.
    Un tipo interesante este Fincher…un poco autocomplaciente, pero sin llegar al «Estilo Cameron»

    saludos Alfir

  3. Alfie quería decir

  4. Aún no he visto la peli y no capto bien todos los aspectos de la entrevista, pero Fincher se extiende contestando, se explaya, se toma su tiempo, desarrolla. Mola.

    He hecho una búsqueda rápida en Google y al Mark este del FB se le estima una fortuna aproximada de 54.000 millones de $. Coño! Suponía que sería bastante, pero no tanto, da hasta vértigo.

  5. ¡Madre Mía! Mi estimado Insanus, ¡aún no la ha visto! Salga ya corriendo a verla 😉 Lo malo es que como todos le decimos que es buena, usted la verá y puede que no le guste. En cuanto a la cifra mi cerebro es incapaz de procesar el número de milllones de dólares.
    En efecto mi estimado Ángel, la gran labor de Sorkin ha eclipsado un poco la enorme labor de Fincher, por eso he empezado con él. La entrevista da muchas claves de porque ha quedado así la película.
    Mi estimado Bonembud prometo que será la última vez que pongo así la letra, y coincido con usted que es muy interesante.

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