Lejos de ser esa obra maestra que muchos proclaman, la película es importante dentro del contexto del nuevo cine fantástico, y supone un obligado punto de referencia cara a su evolución.
José María Latorre
Tras el éxito de la película de Ridley Scott, todo el mundo quería hacer su propio «Alien». Así el primer hijo bastardo nace en 1980 en los británicos estudios Shepperton, se trata de «SATURNO 3», de la mano apócrifa de John Barry, famoso por haberse encargado del diseño de producción de largometrajes como «La naranja mecánica» de Stanley Kubrick, «La guerra de las galaxias» de George Lucas o «Sucesos en la cuarta fase» de Saul Bass. Film nacido con vocación de serie B pero con un holgado presupuesto, que fue a parar a los bolsillos de las estrellas participantes en el proyecto, en lugar del departamento de efectos especiales.
Quién puso su sello definitivamente en este engendro mecánico de película fue Stanley Donen, firmando así su peor película hasta la fecha, aunque no tiene visos de que vaya a realizar muchas más, por desgracia. La premisa de la cinta es muy básica, Alex y Adam, interpretados por Farrah Fawcett y Kirk Douglas, viven apaciblemente en una base situada en uno de los satélites de Saturno hasta la llegada de Benson, al que da vida Harvey Keitel, que les lleva un robot llamado Héctor, para facilitarles las tareas cotidianas en la base. En la primera secuencia podemos encontrar un homenaje al film de Ridley Scott al ver pasar la nave por encima de nuestro punto de vista.
Producto de estética muy kitsch, que jugaba a ser la bella y la bestia sólo que en versión space opera, en la que los pasillos de la base nos trasladarán a los de la Nostromo.
Héctor, el primero de una serie de semidioses (sic), era una suerte de «Alien», y los tres colonos terráqueos tratarán de deshacerse de la bestia mecánica de distintas formas, electrocutándolo, y será Adam quién enseñe una lección a Héctor al sacrificarse por amor a Alex. De esta forma la trama se emparenta más con «IT, THE TERROR FROM BEYOND SPACE».
Sus directores, ambos, trataron de ir un paso más allá e introdujeron tintes gore en el desarrollo narrativo, en auge en aquel momento, pero aún así quedó un producto muy irregular y carente de ritmo.
En este caso también hay animal doméstico, en «Alien» era el gato Jonesy que va eludiendo a la salvaje bestia espacial, aquí es la perrita Sally, que posee dos depredadores Benson que quiere cocinarla al estilo terráqueo y Héctor que nos mostrará su enorme lado oscuro al matarla sin piedad alguna.
El segundo hijo nace en la factoría de Roger Corman un año más tarde, en 1981, de la mano del director neozelandés Bruce D. Clark y se llama «LA GALAXIA DEL TERROR». No es de extrañar, porque en los extras del DVD de «Alien», Dan O’Bannon y Ronald Shusett reconocen y dejan claro que dejaron leer el guión a Corman en una de sus versiones primitivas, ya que era la típico guión que este productor americano podría llevar a la pantalla con un bajo coste, y no tal y como quedó tras financiarlo la productora Brandywine. Así el detalle de la pirámide, y que su función es forjar a jóvenes cazadores, eso ya estaba en la versión primitiva del guión, en los primeros trabajos de Cobb para el diseño de producción, y no sólo eso, que esa iddea terminaría de desarrollarla Paul W.S. Anderson con la venia de los guionistas originales en «Alien versus Predator: AVP»
En sus propios rótulos de crédito deja claro que es un subproducto, con esos dibujos que incluyen humanoides de aspecto biomecánico.
El amo del planeta Sertes mandará a su comandante Ilvar al planeta Morgantus en misión de rescate porque han perdido contacto con la nave «Remus», en la nave espacial «Quest», que es de clase 3 y posee un equipo exploratorio y de defensa. La tripulación desconocerá el oscuro objetivo que guarda el amo. Ya desde la secuencia de la llegada al planeta, se deja ver la huella del clásico, porque introduce primeros planos del ordenador de a bordo en el que podemos ver los movimientos de la maniobra de aproximación al igual que hiciera Scott, y tras el accidentado aterrizaje podemos ver planos que son una auténtica copia, y que le servirán seguir el mismo esquema narrativo, así tras cada muerte veremos aparecer un plano parecido, y el desarrollo será también muy hitchcockniano, nunca veremos en plano general a las criaturas tanto en las escenas de persecución de humanos como en los ataques a la tripulación.
El amo del planeta Sertes mandará a su comandante Ilvar al planeta Morgantus en misión de rescate porque han perdido contacto con la nave «Remus», en la nave espacial «Quest», que es de clase 3 y posee un equipo exploratorio y de defensa. La tripulación desconocerá el oscuro objetivo que guarda el amo. Ya desde la secuencia de la llegada al planeta, se deja ver la huella del clásico, porque introduce primeros planos del ordenador de a bordo en el que podemos ver los movimientos de la maniobra de aproximación al igual que hiciera Scott, y tras el accidentado aterrizaje podemos ver planos que son una auténtica copia, y que le servirán seguir el mismo esquema narrativo, así tras cada muerte veremos aparecer un plano parecido, y el desarrollo será también muy hitchcockiano, nunca veremos en plano general a las criaturas tanto en las escenas de persecución de humanos como en los ataques a la tripulación.
El desarrollo de guión es paralelo aunque posee diferencias, así cuando el equipo de rescate entra en la Remus se dividen por parejas al igual que pasaba en «Alien», pero el primero en morir no será el intrépido de la expedición, sino será el miedoso.
Una vez en el planeta, descubren que hay una anomalía, que además fue la causante de su forzoso aterrizaje, así que el comandante Ilvar, que en este caso ejerce como quintacolumnista, manda un equipo a investigar la zona, allí descubren una nave alienígena.
En el que encontrarán un agujero por el que entrar, sólo que en este caso, no hay dobles lecturas a diferencia de lo que pudimos ver en «Alien» por motivos obvios, desde la incorrecta elección del encuadre hasta la propia forma. Y podemos concluir definitivamente que el diseño de producción no hace un homenaje sino que intenta copiar el diseño biomecánico de Giger, tanto en el exterior como en el interior de la nave extraterrestre.
El comandante Ilvar se convertirá en una suerte de Kane con disertaciones sobre la duda y acabará descendiendo en la cueva donde acabará encontrado con una especie de gusano.
También tenemos escenas costumbristas, en este caso protagonizada por Grace Zabriskie, que da vida a la ruda capitana de la nave llamada Trantor. En este caso los roles ya están superados, y entre la tripulación hay un cocinero, interpretado por Ray Walston, y será este el auténtico infiltrado.
También algunos protagonistas encontraran su fatal destino en circunstancias parecidas a las de alguno de los personajes del film de Ridley Scott, así Mitri se topará con el extraterrestre de una forma semejante a Brett. Este encuentro servirá al realizador para introducir las connotaciones sexuales que ya hemos visto en «Alien», sólo que Bruce D. Clark, carece el menor sentido estilístico así como de idea de como funciona la psicología en el cine, y esto dará lugar a que el espectador asista impasible a una de las más bizarras escenas del cine de ciencia ficción, porque asistiremos a la segunda violación alienígena (si contamos la de Lambert como la primera). La muestra sin pudor alguno, y obviamente caerá más en la risotada que en el estremecimiento a diferencia de la violación de Lambert en el film de Scott. Haciendo de este producto definitivamente una copia barata que raya en algunos momentos el plagio. Aunque debemos reconocer que la actriz Mary Ellen O’Neill hace lo que puede por salvar la secuencia, empeño pone la mujer, eso no lo podemos negar en ningún momento, pero cómo sería la experiencia que no volvió a trabajar en el cine ni en la televisión.
Pero antes que nada salga de su interior, Baelon interpretado por el actor y productor de películas como «Nueve semanas y media» o «La orquídea salvaje», acabará con ella desintegrándola, demostrando ser un hombre de gatillo fácil.
En cuanto a la criatura sólo podemos decir que cambia de forma a lo largo de la película, que Clark también juega a ser Scott y no la muestra nunca en su integridad. En cuanto a su ciclo biológico no podemos aportar más datos porque el guionista no aporta datos suficientes a lo largo del film salvo la excéntrica escena de la violación lo que nos hace presuponer que posee órganos reproductores y que obtiene placer del coito.
Pero lo más impactante, y lo que os dejará perplejos, no lo encontraremos en su desenlace sino en los rótulos de crédito, al ver que la persona encargada del diseño de producción y el director de la segunda unidad de este largometraje fue nada más y nada menos que James Cameron. Con lo que ya le podemos otorgar el título de «el mejor fusilador de la clase».
Por eso los diseños de producción de «Aliens» y de «La galaxia del terror» son tan cercanos, porque Cameron no se caracteriza por tener imaginación en ese campo.
Pero hay más, una de las personas encargadas de destrozar la criatura de Giger en posteriores entregas, fue Alec Gillis y que ejecutó su peor trabajo en «Alien 3», ya que hizo que la criatura perdiera toda su verosimilitud haciéndola parecer un tren de mercancías a punto de salirse de los raíles. Pues será el encargado de realizar la fabricación de las prótesis en este largometraje, y fue reclutado para la franquicia «Alien» por Cameron.
Lo que ya no cabe la menor duda es que fue una temible bestia, que tras los diversos intentos de copiarla y de exprimirla hasta la saciedad en una de las franquicias más longevas, y que encima posee ramificaciones como puede ser «Alien versus Predator», eso sin mencionar el increíble manoseo del marketing, así la podremos ver en las estanterías de los amigos hasta en las tiendas especializadas de cómics.
Por todos estos motivos, ha dejado de tener ese aura de bestia sin piedad, temible, y sobre todo protagonista de nuestras peores pesadillas, para acabar siendo todo un objeto cotidiano, que inclusive podemos ver por la calle, ni más ni menos que en las ramblas de Barcelona haciéndose fotos con los niños.
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Y para finalizar os dejo con este post escrito por Ramón que regenta el blog Cinema Dreamer, y que me parece el perfecto broche para esta extensa revisión del clásico de Ridley Scott.